CUARTO MANDAMIENTO…

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4. Recuerda siempre que lo mejor de ti lo heredaste de tu padre y de tu madre. Y, puesto que no tienes ya la dicha de poder demostrarles tu amor en este mundo, déjales que sigan engendrándote a través del recuerdo. Tú sabes muy bien, que todos tus esfuerzos personales jamás serán capaces de construir el amor y la ternura que te regaló tu madre y la honradez y el amor al trabajo que te enseñó tu padre.

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LOS CRUCIFIJOS. Por Juana Lorenzo Vian

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¡Vaya por Dios! ahora lo que les preocupa, agobia, confunde a nuestros gobernantes, son los crucifijos. Verdaderamente, cuando el “diablo no sabe que hacer con el rabo mata moscas”.

Molesta que se ponga una placa en la fachada donde nació una Santa, molesta que haya signos religiosos en los colegios, ¿no llegará el momento en que nos tengamos que quitar las medallas y crucifijos, cuando entremos en un centro público?  Todo se andará.

La verdad es que las cosas deben ir rematadamente mal. No se si por la crisis, falta de agua, o porque hay poco que hacer, pero que, en estos momentos por los que estamos pasando los españoles, resulte un peligro que estén los crucifijos en los centros educativos, es de risa además de una contradicción y una ironía. ¿De qué tienen miedo? No son los signos cristianos los que nos acechan. Son los fantasmas personales, cuando no se saben manejar y necesitamos personalizarlos en algo para darles forma.

Quiero recordarles que esos mismos signos llevan más de veinte siglos conviviendo con nosotros en el mundo entero y han sobrevivido a situaciones más agresivas y, a pesar de todo, siguen existiendo y van a seguir existiendo. No creo que sea el momento de distraerse y distraer al personal, necesitamos concentrarnos en solucionar nuestro día a día, en fortalecer el sistema económico, por lo menos, que nos permita tomarnos las uvas ( es un acto pagano, no tengan miedo).

En fin, amigos, fuera miedos, pongan tranquilamente el Belén en sus casas, plazas y calles, que no es el Niño Jesús el enemigo.

 

Juana Lorenzo Vian

 

Es necesario saber florecer allí donde Dios nos ha plantado…

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Adela Kamm era una joven suiza. Su deporte favorito: el esquí. Enfermó a los 20 años. Tenía su habitación siempre llena de flores, como si se tratara de un altar; supo ofrecer, a cuantos acudían a verla, el perfume de sus virtudes, aunque sufriera grandes dolores; fue un testimonio vivo de aquella alegría reservada a quienes creen y esperan la resurrección que Cristo nos prometió, aunque estén clavados en el lecho del dolor; tenía una frase que bien podría esculpirse en el frontispicio de cualquier casa o en la mente o en el corazón de cualquier persona. Decía: «Es necesario saber florecer… allí donde Dios nos ha plantado». Adela Kamm- supo florecer con su alegría, con su sonrisa, con su optimismo -nacidas de su fe y de su amor- los nueve años que duró su enfermedad: pulmón, cabeza, co­razón, ojos, sucesivamente heridos; miles de inyec­ciones; diez operaciones quirúrgicas y la muerte a los 29 años. Es evidente que la fe, la esperanza y el amor dan calidad de vida. «Es necesario saber florecer allí donde Dios nos ha plantado». LA RAZÓN 25/11/08 – J. Mª ALIMBAU

 

Este artículo me hace reflexionar… cuando la gente se dice a sí misma -si yo hubiera nacido en Marruecos sería musulmán, todo es relativo, etc…- yo les respondería con el lema de esta joven: «Es necesario saber florecer allí donde Dios nos ha plantado» Si estoy aquí, es porque Dios me quiere aquí, y aquí, en mi mundo, en mi ahora, con los que me rodean es desde donde debo responderle… sin más excusas, ni aplazamientos. Realmente es más fácil de lo que pueda parecer, no hace falta irte a un país lejano, ni dar ningún campanazo, solo hacer el máximo bien en el momento que estés con las personas que estés… Aceptando con naturalidad tus defectos y limitaciones como una circunstancia más que tienes que soportar… Dios sabe de sobra a donde podemos llegar con nuestras escasas fuerzas, nunca nos va a pedir más de lo que podamos aguantar y si te envía un trabajo, te manda a la vez la herramienta y las fuerzas para llevarlo a cabo. Es necesario que no tengamos miedo y que no vivamos constantemente atemorizados por el futuro, tenemos un Padre que constantemente nos observa y no nos aleja de su mano a menos que nos queramos separar de Él con rebeldía…