Muchas veces los católicos aparecemos en los medios como una especie de enfermos mentales, inflexibles, integristas. Así lo parece cuando nos muestran a la gente que se opone a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, de hecho, proporcionalmente muy pocos padres han objetado contra ésta. Yo mismo dudaba si no era una cabezonería de la Jerarquía Eclesiástica, la verdad es que el nombre suena muy bien: Educación para la Ciudadanía, nada malo debería contener la materia que se impartiese con ese título. Gracias a la internet, la red de redes, podemos acceder a más información de las que nos proporcionan enlatada los grandes grupos mediáticos y es por ello que he tenido la oportunidad de profundizar algo más en los contenidos y los materiales que componen esta asignatura, os muestro un ejemplo que me ha sorprendido para que podáis valorarlo por vosotros mismos:
http://www.libertaddigital.com/sociedad/ali-baba-y-los-40-maricones-de-nazario-1276306157/
Advierto que este no es un material aislado, hay más… sólo un pueblo anestesiado, aturdido y profundamente desorientado (como tristemente parece ser el español) se tragaría tamaño despropósito. Pienso además, que esto no sólo nos atañe a los católicos sino a toda la población que aún conserva un poco de sentido común.
Por otra parte creo que deberíamos a empezar a plantearnos pasar de las palabras a los hechos, dejarnos de declaraciones y palabrería y negarnos en redondo a comulgar con ruedas de molino… Porque, al parecer nos estamos limitando a hacer como en aquella anécdota en la que habían dos ejércitos que se habían declarado la guerra a muerte, y uno de ellos tiene al otro acorralado y casi vencido. De repente uno de los capitanes del último se da una palmada en la frente y exclama ante varios oficiales: Quitémonos las armas y a vistámonos de frac. Y, en efecto, se enguantan y van a ver al general del ejército contrario. Entran en su despacho, le hacen una profunda reverencia y le dice el que lleva la voz cantante: Excelentísimo señor: profundamente apenados al considerar la espantosa matanza que los soldados de Su Excelencia han causado en nuestras filas, venimos a protestar respetuosamente del agravio que se nos hace. Y hecha otra reverencia se va cada uno por donde ha venido.
Bueno, pues eso, que reaccionemos.