Está publicada como en otras ocasiones en www.humorjuanjo.wordpress.com
Día: marzo 25, 2009
EL VIOLINISTA. Leopoldo Abadía.
Que sí, que todo está muy mal. Ya lo sé. Que aumenta el paro, que el dinero no nos llega, que hemos estirado el brazo más que la manga. Que quién lo iba a decir. Que el Gobierno, que la oposición, que Obama, que esto es un desastre mundial, por no decir cósmico.
El otro día leí una cosa que me gustó. Se refería a Itzhak Perlman, un violinista que yo no sabía ni que existía. Si vosotros lo sabíais, perdón por mi ignorancia.
Este señor tuvo polio. Al cabo de los años, en un concierto en Nueva York, se le rompió una cuerda del violín. Silencio absoluto. Consternación general. La sustitución del violín por otro era una tarea un poco pesada. Andaba mal, tenía que salir dificultosamente, afinar el nuevo violín, volver a entrar.
Perlman estuvo con los ojos cerrados unos momentos, sonrió y, ante el asombro de todos, le indicó al director de la orquesta que podían seguir. Tocó maravillosamente. Al acabar, el público, el director y el resto de los músicos, puestos en pie, le dieron una enorme ovación. Él levantó el arco del violín para pedir silencio, y dijo: “¿Saben?, a veces el deber del artista es descubrir cuánta música puede hacer con lo que le ha quedado”.
Nos está quedando menos de lo que teníamos. Es muy posible que nos quede todavía menos. Pero hay que descubrir cuánta música podemos hacer CADA UNO con lo que quede. No cuánta música puede hacer el Gobierno para que toquemos el violín. Porque nosotros somos el violín.
Tengo amigos empresarios que lo están pasando mal. Me encontré al último en un tren yendo a Valencia la semana pasada. Me habló de sus dificultades, pero también me habló de sus planes.
Tengo amigos que han sido despedidos en estos arrebatos que de vez en cuando se producen en las empresas. Arrebatos justificados a veces, injustificados otras. Estos están más preocupados. Pero mi vecino de San Quirico me decía que estos llevan puesto encima su propio Activo y que de un Activo, joven (aunque sea mayor), competente, con ganas de trabajar y con flexibilidad (mi amigo dice “con cintura”) se pueden esperar muchas cosas.
Y me acuerdo de Ricardo, que se quedó en el paro a los cincuenta y tantos años y que, a esa edad, montó una empresa que hoy es líder mundial.
Y de Fernando, que a los casi 60 años, decidió triunfar en México. Y triunfó. (No es que decidiera triunfar. Decidió irse allá a trabajar, a ver qué pasaba.)
Y de Antonio, que después de una carrera brillante como directivo de una multinacional decidió jugarse el tipo y montar una empresa, que le está yendo muy bien y donde están trabajando muchas personas.
Y de…y de…y de…
De tanta gente que ha seguido los consejos de Julio Iglesias, cuando, en una de sus canciones, habla “de tantos fracasos, de tantos intentos”.
Porque lo importante es intentar, una y otra vez, sin reblar.
¿Os imagináis a 46 millones de habitantes siendo empresarios de sus propias vidas, intentando, intentando, intentando, sin hablar de la crisis, sin esperar a que el Gobierno nos saque las castañas del fuego, probando ideas, echando horas y horas al trabajo, horas y horas a la familia, horas y horas a sus amigos?
Hablo con frecuencia de la “revolución civil”. Es eso, nada más.
Bueno, algo más, sí. Porque si estoy convencido, como lo estoy, de que lo que pasa ahora es una crisis de decencia, a todo lo que he puesto arriba hay que añadir que hay que hacerlo con decencia.
¡Menuda revolución! No sé si alguien se apuntará.
P.S.
- “Reblar” es una palabra castellana que se usa bastante en Aragón, y que significa seguir adelante, no echarse para atrás, no acobardarse, ser tozudo.
- No digo “tozudo en el buen sentido de la palabra”, porque ser tozudo es bueno. Lo que es malo es ser “terco”. Cuando mi madre me reñía porque yo era un cabezota, no me decía “¡no seas tozudo!” Me decía “¡no seas terco!”
- Lo de echar horas y horas al trabajo lo he puesto porque sin echar horas no se sacan adelante las cosas.
- Lo de echar horas y horas a la familia lo he puesto porque sin echar horas no se saca adelante una familia.
- Y con los amigos, lo mismo. Horas y horas.
- Ya sé que horas y horas + horas y horas + horas y horas son muchas horas y uno se cansa. Pues sí. Pero, como dicen en mi tierra, “no hay otra”.
- Lo de los 46 millones es una exageración, si hablamos de España, porque, a pesar de todo, todavía hay bastantes niños. Pero si a esos niños les enseñamos a trabajar duro, los incluyo también.
- Lo de apuntarse a la revolución civil es muy fácil. Basta con mirarse al espejo todos los días al salir de casa por la mañana y decir aquello de: “Qué, ¿a trabajar como siempre? ¡NO, a trabajar como nunca!”
- Y ya está.
Leopoldo Abadía
LA DOLOROSA PASION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. (II)
Como no puedo transcribiros la obra entera voy a hacer extractos parciales, el texto completo está en el libro, si alguien de mis conocidos queréis os lo presto.
Segunda meditación. (extracto)
EL CENÁCULO
Sobre el lado meridional de la montaña de Sión, se halla una antigua y sólida casa, entre dos filas de árboles copudos, en medio de un patio espacioso cercado de buenas paredes. Al lado izquierdo de la entrada se ven otras habitaciones contiguas a la pared; a la derecha, la habitación del mayordomo, y al lado, la que la Virgen y las santas mujeres ocuparon con más frecuencia después de la muerte de Jesús. El Cenáculo, antiguamente más espacioso, había servido entonces de habitación a los audaces capitanes de David: en él se ejercitaban en manejar las armas. Antes de la fundación del templo, el Arca de la Alianza había sido depositada allí bastante tiempo, y aún hay vestigios de su permanencia en un lugar subterráneo. Yo he visto también al profeta Malaquías escondido debajo de las mismas bóvedas; allí escribió sus profecías sobre el Santísimo Sacramento y el sacrificio de la Nueva Alianza. Cuando una gran parte de Jerusalén fue destruida por los babilonios, esta casa fue respetada: he visto otras muchas cosas de ella; pero no tengo presente más que lo que he contado.
Este edificio estaba en muy mal estado cuando vino a ser propiedad de Nicodemo y de José de Arimatea: habían dispuesto el cuerpo principal muy cómodamente y lo alquilaban para servir de Cenáculo a los extranjeros, que la Pascua atraía a Jerusalén. Así el Señor lo había usado en la última Pascua.
El Cenáculo, propiamente, está casi en medio del patio; es cuadrilongo, rodeado de columnas poco elevadas. Al entrar, se halla primero un vestíbulo, adonde conducen tres puertas; después de entrar en la sala interior, en cuyo techo hay colgadas muchas lámparas; las paredes están adornadas, para la fiesta, hasta media altura, de hermosos tapices y de colgaduras.
La parte posterior de la sala está separada del resto por una cortina. Esta división en tres partes da al Cenáculo cierta similitud con el templo. En la última parte están dispuestos, a derecha e izquierda, los vestidos necesarios para la celebración de la fiesta. En el medio hay una especie de altar; en esta parte de la sala están haciendo grandes preparativos para la comida pascual. En el nicho de la pared hay tres armarios de diversos colores, que se vuelven como nuestros tabernáculos para abrirlos y cerrarlos; vi toda clase de vasos para la Pascua; más tarde, el Santísimo Sacramento reposó allí.
En las salas laterales del Cenáculo hay camas en donde se puede pasar la noche. Debajo de todo el edificio hay bodegas hermosas. El Arca de la Alianza fue depositada en algún tiempo bajo el sitio donde se ha construido el hogar. Yo he visto allí a Jesús curar y enseñar; los discípulos también pasaban con frecuencia las noches en las laterales.
Tercera meditación. (extracto)
DISPOSICIONES PARA EL TIEMPO PASCUAL.
Vi a Pedro y a Juan en Jerusalén entrar en una casa que pertenecía a Serafia (tal era el nombre de la que después fue llamada Verónica). Su marido, miembro del Consejo, estaba la mayor parte del tiempo fuera de la casa atareado con sus negocios; y aun cuando estaba en casa, ella lo veía poco. Era una mujer de la edad de María Santísima, y que estaba en relaciones con la Sagrada Familia desde mucho tiempo antes: pues cuando el niño se quedó en el templo después de la fiesta, ella le dio de comer. Los dos apóstoles tomaron allí, entre otras cosas, el cáliz de que se sirvió el Señor para la institución de la Sagrada Eucaristía.
Cuarta meditación. (extracto)
EL CÁLIZ DE LA SANTA CENA.
El cáliz que los apóstoles llevaron de la casa de Verónica, es un vaso maravilloso y misterioso. Había estado mucho tiempo en el templo entre otros objetos preciosos y de gran antigüedad, cuyo origen y uso se había olvidado. Había sido vendido a un aficionado de antigüedades. Y comprado por Serafia había servido ya muchas veces a Jesús para la celebración de las fiestas, y desde ese día fue propiedad constante de la santa comunidad cristiana. El gran cáliz estaba puesto en una azafata, y alrededor había seis copas. Dentro de él había otro vaso pequeño, y encima un plato con una tapadera redonda. En su pie estaba embutida una cuchara, que se sacaba con facilidad.
El gran cáliz se ha quedado en la Iglesia de Jerusalén, cerca de Santiago el Menor, y lo veo todavía conservado en esta villa: ¡aparecerá a la luz como ha aparecido esta vez! Otras iglesias se han repartido las copas que lo rodeaban; una de ellas está en Antioquía; otra en Efeso: pertenecían a los Patriarcas, que bebían en ellas una bebida misteriosa cuando recibían y daban la bendición, como lo he visto muchas veces. El gran cáliz estaba en casa de Abraham: Melquisedec lo trajo consigo del país de Semíramis a la tierra de Canaán cuando comenzó a fundar algunos establecimientos en el mismo sitio donde se edificó después Jerusalén: él lo usó en el sacrificio, cuando ofreció el pan y el vino en presencia de Abraham, y se lo dejó a este Patriarca.