Esta noticia va dedicada especialmente a los “petardos” que no dejan de machacarnos con las supuestamente inmensas riquezas de la Iglesia. Personalmente he conocido muchos casos de curas que se han secularizado o seminaristas que han acabado su formación y no han llegado a sacerdotes y os puedo asegurar que han encontrado puestos de trabajo muy bien remunerados, lo que contrasta con el pequeño salario de un sacerdote.
El sueldo de un obispo español es de aproximadamente mil euros mensuales, dos o tres veces inferior al salario del director de una ONG, y 20 ó 30 veces menos de lo que gana el director general de una empresa del IBEX 35.
Según el estudio ‘La revolución silenciosa’ elaborado por la revista ‘Compromiso Empresarial’, la responsabilidad de un obispo no es menor a la del consejero delegado de una gran firma, ni cuenta con una formación menos exigente: la mayoría de los obispos son licenciados y doctores; y antes de acceder al cargo, han tenido una experiencia pastoral y de gobierno de entre 20 y 25 años.
El estudio menciona la manida frase de que el Vaticano posee ‘inmensas riquezas’, pero recuerda que su presupuesto anual es de 293 millones de euros, 7,5 veces inferior al de la Universidad de Harvard (2.200 millones de euros). Y señala que los fondos de inversión del Vaticano en acciones, bonos y valores mobiliarios apenas llegan a los 734 millones de euros. Muy lejos de los 19.848 millones de euros en que se calcula la fortuna de Amancio Ortega, repartida entre sus participaciones bursátiles, la sociedad patrimonial Ponte Gadea y las sociedades de inversión Keblar, Alazán y Gramela.
Respecto al patrimonio artístico que se conserva en el Vaticano, el informe recuerda -citando al conocido vaticanista John L. Allen- que están valorados contablemente en un euro. En realidad, no tienen valor de mercado, pues no pueden ser vendidos ni ser objeto de garantía.
El análisis señala también que los ingresos de la Iglesia en España durante 2008 fueron 600 millones de euros. Cifra irrisoria comparada con los 57.946 millones de euros que ingresó Telefónica, o los 21.728 millones de euros que facturó Endesa