
Hermanos sacerdotes y hermanos de la Junta de Cofradías, gracias por haber tenido esta gran atención hacia mi persona y haberme permitido dirigirme con este pregón a vosotros, Comunidad Cristiana de Socuéllamos.
Lo presento como el prólogo de esta Semana Santa 2010, pero antes como un humilde aporte en la evangelización que a todos nos encarga Cristo, para animar y esperanzar a nuestros hermanos en el tortuoso y apasionante camino que conduce a Dios.
Quizá no sea la ocasión más oportuna, pero aprovecho desde aquí para agradecer su testimonio a ciertas personas destacadas en mi formación cristiana: la hermana Rosa en mi preparación a la primera comunión, la hermana difunta Carmen Mejías (que dejó su vida en la misión carmelita de Timor, donde está enterrada) que se atrevió a hablarme de Jesús en profundidad y me contaba cómo deseaba ser enviada a una misión a entregar su vida; sacerdotes como Don Jesús en mi infancia, mi primer confesor y Don Antonio y Don Secundino que me animaron a realizar el curso de fundamentación cristiana en el Seminario, de dónde conservo gratos recuerdos. Don Lorenzo Trujillo Díaz, rector del Seminario de Ciudad Real en mi estancia que me enseñó como enseña un padre, con aprecio y cariño. Y que decir tiene, a mis padres que me enseñaron, junto con mis abuelos, que Dios es el primero y que siempre han tenido presente al Señor en los momentos más delicados de nuestra familia.
He pensado empezar por el final para destacar que tras la Pasión de Cristo, todo acabó bien, que Cristo resucitó y nos comunicó el Espíritu Santo, que se desarrolló una primera comunidad cristiana que fue el germen de nuestra Iglesia de hoy…, que la resurrección del Señor no ha dejado de dar frutos desde entonces… y que los sigue dando, aunque no los sepamos reconocer. Que se está cumpliendo el plan de Dios y que tenemos que colaborar con El para que se siga desarrollando en cada uno de nosotros…
Que los Cristianos celebramos que hemos sido salvados por Cristo… y no nos debe agobiar nuestro pecado… que sólo hemos de esforzarnos animosamente para ir superando nuestras limitaciones de la mano de Dios, para aprender lo que El quiere que aprendamos: a amar de corazón a las personas y a su creación, superados egoísmos, y así, ser constructores creativos y felices de su Reino que empieza, que está germinando en este mundo.
Estamos aprendiendo a andar como los niños e inevitablemente tenemos que caer, pero está nuestro Padre al lado con la mano extendida para que no nos desalentemos. Este mundo pasajero es una escuela de Dios.
Pienso que los cristianos hoy, en buena parte arrastrados por la corriente de lo “políticamente correcto”, volvemos la cara, bajamos la mirada cuando Cristo nos mira ensangrentado arrastrando su cruz… significarse en público hoy como católico y priorizar abiertamente su seguimiento ya está siendo motivo de dificultades en diversos aspectos de nuestra vida social.
Entre los mismos cristianos hay excesivas dudas e ignorancia sobre temas fundamentales de fe que provocan sensación de sinsentido en el seguimiento de Cristo. Igualmente vemos como la mera práctica habitual de los sacramentos no es ya común ni entre los que nos llamamos cristianos. Avergonzarse de Cristo cada vez es más habitual, porque cada vez más se nos señala con el dedo como a San Pedro: “ese es de los que le acompañaban”, “No, yo no le conozco” que traducido hoy sería “ Yo soy cristiano pero no penséis que soy como los del Opus”, y creo sinceramente que ese “no ser del Opus” que tanto repetimos coloquialmente, resulta un sinónimo de “tranquilo, no te asustes, que soy cristiano, pero light, no me vayas a confundir con un fundamentalista”.
Y me pregunto, ¿independientemente de ser del Opus o de mi parroquia, se puede ser cristiano Light? ¿Puedo afirmar, sin faltar a la mera lógica, que soy cristiano pero que me confieso con Dios, que la misa sólo muy de vez en cuando, que en los negocios a Dios lo dejo en la puerta, que qué es eso de la oración… el Rosario para mi abuela…perdonar es de tontos… Quién hoy de entre nosotros levanta la voz en defensa de Cristo en la calle, de qué forma le reivindicamos en tantas ocasiones en que está siendo injuriado aunque sea tan solo para pedir educadamente respeto hacia El.
Creo que la Semana Santa es un tiempo especial para que reflexionemos sobre ésto.
Nos estamos distanciando de nuestra Iglesia, de la Iglesia de Cristo. Abundan tal cantidad de eventos lúdicos que la práctica religiosa nos aparece como un cargo.
Es como cuando hay feria y nos cuesta ir a visitar al abuelo. El esplendor y el ruido de la feria nos hace olvidar lo que nos quiere el abuelo y la gran alegría que supone para él nuestra presencia. Y de tanto abandonar estas visitas la relación con él se deteriora, perdemos complicidad y ya entonces visitar al abuelo supondrá una obligación, un cumplido.
Eso sí cuando llega su cumpleaños como hay tarta y propina voy, pero a la tarta y a la fiesta. El abuelo ha pasado a un segundo plano. Eso sería también lo que nos pasa en Semana Santa: las procesiones, vestirse de nazareno, el espectáculo de las bandas de cornetas y tambores… El protagonismo, a veces, ya no lo es tanto de Cristo mismo, sino de la propia puesta en escena de la Pasión, y entonces es como si nos señalan la luna y miramos al dedo.
Pero el Señor, lleno de Misericordia y Sabiduría nos hace ver la Verdad y nos alecciona con cariño para que volvamos a visitarle con frecuencia por amor a El y por nada más. Para eso, a cada uno de nosotros, en nuestra conciencia, nos hace ver qué es lo principal y dónde tenemos que centrar nuestra atención. Hay que hacer un esfuerzo constante por volver a poner a Cristo y su mensaje en su sitio, es decir, por delante de todo.
Cristo nos ha traído el GRAN MENSAJE, LA BUENA NOTICIA. “hombres y mujeres del mundo, esta vida tiene sentido, Dios está detrás de todo y, al final, todo saldrá bien.” Hay una esperanza, dejemos de lamentarnos, dejemos de disfrutar sólo el presente egoístamente,…”comamos y bebamos que mañana moriremos” dice San Pablo y en socuellamino diríamos “disfruta todo lo que puedas que eso es lo que te vas a llevar.” No así lo entendemos los cristianos, lo que nos vamos a llevar son las obras de misericordia que hayamos realizado por agradecimiento a Jesús…”tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve enfermo y me visitaste, en la cárcel y fuiste a verme…”
Miremos hacia delante. La historia de la relación de Dios con el hombre se escribe también en tu vida, eres protagonista de una parte de esta historia. Reflexionemos…recemos, descubrámoslo y vivamos la GRAN VIDA que nos ofrece Dios. Dios nos pide que abandonemos la mediocre vidilla llena de pequeños placeres mundanos que no son más que nimios consuelos para seguir tirando. Placenteros señuelos de Satanás que trabaja incesantemente para distraer nuestro seguimiento de Cristo.
En esta Semana Santa, precisamente, recordamos que el mismo Jesús ha dedicado una parte de su agonía en su Pasión para tu exclusiva redención, “cada pelo de tu cabeza está contado”, … para Dios eres único. Somos únicos cada uno de nosotros. Somos pecadores, pero su gran Misericordia está por encima de nuestros pecados…dice el evangelio: ”si vosotros que sois malos, cuando vuestro hijo os pide pan no le dais una piedra, Dios que es sólo Amor qué os dará si le pedís para el bien de vuestras almas…”
Nos manda amar y confiar en que estamos perdonados. Nos queda ser agradecidos por lo que YA ha hecho por nosotros.
Recordemos en San Pablo en la carta a los romanos 4: “Hermanos no fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abraham y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia.”
Dios nos regala la salvación a través del Sacrificio de su Hijo. Agradezcámoslo.
La Resurrección del Señor supone, el gran triunfo, la gran liberación que espera al hombre. La eternidad en la felicidad, el estar en la presencia de Dios para siempre, todo Luz, todo descanso del alma, de la conciencia… gozo infinito que sólo podemos imaginar … Creámoslo realmente, Jesús no padeció y murió para “cualquier cosa”.
Jesús antes de bajar a Jerusalén, tras anunciar su muerte a sus discípulos quiere confortarlos “ No se turbe vuestro corazón, … me voy delante de vosotros para preparar lugar para vosotros (en el Cielo)… si no fuese así no os lo hubiese dicho” . Esto es lo que mueve a entregarse en esta vida a la voluntad de Dios.
Ningún estado del bienestar puede hacer feliz al hombre. Aunque haya sanidad pública, un sueldo para todos, carreteras… sin Dios, sin corazones convertidos a Dios, no hay sistema capaz de traer verdadera felicidad al hombre. Todas las civilizaciones acaban desmoronándose y la nuestra hoy no ha de ser más ni menos. Occidente como civilización va dando la espalda a Dios y eso no es bueno.
El Reino de Dios no es de este mundo, así ningún reino de este mundo podrá ser de Dios. Los falsos reinos de este mundo son proyectos de Satanás, tentaciones de independencia con respecto a Dios creador y fin último de nuestras vidas. Todos se pintan muy bien, pero acaban apartando a Dios y la final sometiendo al hombre.
Imperios, repúblicas, dictaduras, monarquias… mil formas de organizar el mundo que apartando a Dios caen, porque el hombre por sí mismo no es capaz del Bien, necesita a Dios. Esto es lo que nos enseña la Biblia y vemos como sucesivamente en la “Historia de la Salvación” el hombre se ha apartado de Dios y ello sólo le ha traido desgracia.
En nuestro sistema ya hemos conseguido un bienestar material y vemos cómo la gente piensa que Dios ya no es necesario. A Dios le pediamos pan, salud… pero ya nos lo han dado la ciencia y la tecnología. Estábamos equivocados no hacía falta Dios, el hombre se bastaba solo. ¿O acaso es que Dios no está para eso?
Satanás tentó a Cristo en el desierto y en su Pasión: “domina el mundo, gobierna el mundo, independízate de Dios.” “¿Vas a obedecer a tu Padre y sacrificarte y sufrir por estos ingratos ?” “Domínalos, no tengas piedad.”
Estamos hartos de pan, pero ¿vive de pan principalmente el hombre? ¿nos ha traido la felicidad este progreso? ¿no está hoy más endurecido nuestro corazón? … aborto (asesinato en cristiano), violencia, corrupción, divorcios (uno de cada dos o tres matrimonios), soledad (abuelos abandonados…), depresión , libertinaje de los hijos (niños rebelados sus padres que les quisieron dar todo excepto lo más importante, una buena educación en valores cristianos), insatisfacción, falta de perdón, puerta cerrada a la procreación generosa y abierta a Dios (tener un hijo no se debe plantear dando tanto peso a lo económico, )…
Para solucionar lo anterior sí hemos de pensar en Cristo, no tanto para dinero y salud. Cristo nos enseña que antes es estar al lado de Dios que estar harto de dinero y salud. Esto es difícil de tragar. Un enfermo orante será pues más gozoso en su alma que otro sano y solvente apartado de Dios. ¿Para qué quiero la salud si no tengo a Dios? ¿Para qué quiero el dinero si no tengo a Dios?
Nos fijamos en los afortunados que orgullosos y soberbios dan la espalda a Dios. Exteriormente todo reluce, coches, propiedades, fiestas… la tele está llena de personajes así… nos gustaría disfrutar como ellos… “ojalá me toque la lotería”…pero si pudiésemos ver de la misma forma su interior y contemplásemos el gran vacío que ocupa el alma de quien rechaza a Dios no querríamos ni un céntimo. Algunos santos como Santa Teresa de Jesús en sus visiones nos describen el horror de las almas que han rechazado a Dios.
Nos dice el Papa: “ Interpretar el cristianismo como una receta para el progreso y reconocer el bienestar común (en este mundo) como la auténtica finalidad de todas las religiones, también de la cristiana, es la nueva forma de la misma tentación”,(el reino de Dios en este mundo). Benedicto XVI.
Hoy adoramos al ídolo “democracia” y estamos viendo cómo sin buenas personas, sin caridad, sin corazones convertidos tampoco nos vale, la corrupción se la come. La democracia no trae el Bien, no contiene lo bueno en sí misma, la hemos idolatrado. El Bien sólo puede venir de Dios. Ser un buen demócrata no te asegura ser una buena persona. El hombre tiene una tendencia al mal y sólo con la ayuda de Dios puede corregirlo.
Jesús, cuando es tentado por el Diablo en el desierto rechaza la tentación de dominar el mundo, y por eso, en el patíbulo, ante Pilatos, es simbólicamente puesto en alternativa a Barrabás, lider político que se sublevó a los romanos: pan y poder para Israel. Jesús, sin embargo, es un líder espiritual, el Hijo de Dios, y es rechazado, el hombre se inclina por lo tangible: el pan y el poder.
A Jesús, le habían visto hacer milagros, verdaderas maravillas y, sin embargo, al final, es arrestado, calumniado, azotado… dónde están los milagros que hacía, era una farsa, por qué ahora no emplea su “magia” para librarse de los romanos y los judios … para llegar al poder y dar pan a los suyos…
Olvidaban lo que en tantas ocasiones les había dicho y que repitió definitivamente ante Pilatos: ”mi Reino no es de este mundo”. Ni los propios discípulos fueron conscientes de ello hasta que Dios les otorgó la gracia del Espíritu Santo, aturdidos no entendían nada, se mantenían al lado de Jesús hasta que en el huerto de Getsemaní, la tentación de la traición por miedo les hizo huir despavoridos.
Los cristianos también hoy huimos despavoridos cuando el seguimiento de Cristo nos plantea retos serios. Sabemos qué es lo bueno muchas veces, pero la tentación del maligno Satanás nos dice “dónde vas… quítate cargos…”
Vuelvo a citar al Papa Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret: Y si Cristo no nos ha traido el pan ( porque no ha hecho desaparecer el hambre en el mundo). Y si Cristo no ha traido el poder ( porque no gobernó el mundo). ¿Qué vino a traernos?
Vino a traernos a Dios, por tanto, a traernos el Bien, la Verdad, el Camino… lo que nos da la salud del alma, lo que llamamos el gozo interior. Vino a saciar el hambre de Dios y a decirnos que el que quiera ser el primero que sirva a todos con humildad.
Los cristianos ante la existencia de tantas ONG no cristianas, nos hacemos la misma pregunta. Si los no cristianos llevan el pan a los pobres ¿para qué me hace falta ser cristiano ?
En una misión, lo que primero lleva un cristiano es a Dios mismo.
A Dios primero y el pan después. “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” respondió Jesús a Satanás en el desierto.
Para un cristiano el hombre no es otra especie más, como ahora se insiste en inculcar. El hombre verdadero, el HOMBRE con mayúsculas es imagen de Dios, es el rey de la Creación, a la que debe respetar como tal y debe anteponer a Dios al pan y a lo tangible.
La falta de fe no nos deja quitar los ojos de lo que se puede tocar, un buen sueldo, salud y un sistema político que me lo garantice para mucho tiempo.
El hombre para recibir a Dios tiene que vaciarse primero, llenos de cosas, no nos cabe Dios y hasta pensamos que no lo necesitamos.
Los discípulos, tres años acompañando a Jesús en su intimidad, no fueron capaces de verlo. Esta verdad trascendente, esta capacidad de reconocer la primacía de Cristo sólo se puede entender con la gracia de Dios, con los ojos de la fe que Dios otorga a quienes El elije.
Si Cristo en su vida pública rompe todos los esquemas de sus coetáneos, en el desenlace de la Pasión más aún. No hay explicación. Sólo a la luz de la Resurrección por medio del Espíritu Santo se podrá entender tamaño sacrificio.