Sobre la ducha…

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Cuando estudiaba Bellas Artes…* dicho de un modo más preciso, cuando iba a la Facultad de Artes en Cuenca, vivía en una residencia de estudiantes, y recuerdo que mucha gente se duchaba a todas horas, sin ton ni son, o mejor dicho: decían que lo hacían,… “¿quedamos para dar una vuelta por Cuenca?- Vale, me ducho y nos vamos – me ducho y bajo a comer, etc…” podría citar multitud de ejemplos así, seguramente las duchas eran mucho menos frecuentes de lo que manifestábamos verbalmente porque sino a muchos directamente se les habría disuelto la dermis o, como decimos en la Mancha, se habrían “empezao”. No creo que una piel normal aguante tres o cuatro remojones diarios, y además no se te secaría el pelo en todo el día. También estoy seguro de que todos nosotros en nuestros hogares de origen le dábamos bastante menos batalla a la alcachofa que en esta residencia, ya sea porque, en general, en aquella época las viviendas no solían estar tan caldeadas como la “resi”, de cuya factura de gasoil se ocupaba la Junta.

Es decir, todos intentábamos parecer mejores y más educados, y pensábamos que una mejor crianza era directamente proporcional al número de duchas que nos dábamos. Sin embargo, yo he hablado con mucha gente de mi generación y a casi todos, cuando éramos niños, nuestras madres nos bañaban una vez a la semana, casi siempre los sábados, eso sí, un buen rato sumergidos en una bañera de agua muy caliente o en una tina junto a la estufa de manera que nuestros dedos se quedaban arrugados como garbanzos.

Mi conclusión es que uno de los principales dioses o becerros de oro del Olimpo actual es el cuerpo. ¿Cómo le rendimos culto al dios cuerpo? Cuidándolo hasta el extremo, sólo hay que observar en una droguería cuantos productos existen específicamente para el aseo, y perfume diario, mucho más excesivo en el caso de las mujeres. Si siguiéramos a rajatabla un cuidado del cuerpo como nos aconsejan en los anuncios de la tele necesitaríamos 9 horas diarias, amén de la mitad de nuestro sueldo… Te lavas el pelo con un champú especial anti-caspa, te frotas las corvas con gel y una esponja natural especial, te enjuagas el pelo con suavizante, te secas y te embadurnas en “body milk” (en castellano suena un poco raro “leche corporal”), te hurgas los oídos con bastoncillos, te limas las durezas de los talones con su correspondiente producto, después otra crema específica, te cortas las uñas con unas tijeras especiales, si vas a cagar (si, así se dice) te limpias con una toallita especial, si eres hombre y te afeitas necesitas crema y “after shave”, no olvidemos maquinillas de las que anuncia Beckham. Si te duchas recién levantado te tienes que limpiar los dientes con un cepillo eléctrico cuyo sonido y aspecto recuerda a un juguete sexual de esos que anuncia la tele-tienda, con una pasta dental de las que te dejan la dentadura blanca, blanca… después te puedes enjuagar con licor de esos que si te dan en el “galillo” te hacen llorar los ojos. En el caso de las mujeres con sus peinados y tintes mejor no entrar. Arduo ¿verdad?… Creo que nos estamos “amariconando”**, los antiguos eran más prácticos, se limitaban a mantener la mugre a raya sin por ello dejar que el hombre oliera a “hombre” (a sudor, cerveza y zurrapas) y la mujer a “mujer” (a chotuno, meados y lejía), permitidme la hipérbole, sé que decir esto es una herejía. Pero ya no hay vuelta atrás, todo pierde su sustancia, su esencia y su jugo, todo se desvirtúa y se relativiza, nos hemos acostumbrado a los nuevos hábitos de higiene, que tienen muchas ventajas pero que a veces, por exagerados, nos llevan al hartazgo, y algunos días me gustaría decir como mi tío Tete… “Yo me ducho todos los meses, tenga falta o no tenga…”

Hasta otro día, amigos.

* debería decir… “Recuerdo cuando iba a la Facultad de Artes” sustituyendo el verbo “estudiaba”, que implica coger un libro e intentar su lectura y comprensión, por “iba” que supone solamente una presencia física más o menos frecuente en dicha facultad. Así mismo prescindiría del adjetivo “Bellas” que viene de belleza y significa: Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual; término difícilmente aplicable a las actividades que se llevaban a cabo en dicha Facultad, comprenderíais a que me refiero si hubierais visitado, por poner un ejemplo, el aula de escultura y hubierais visto las “obras” que allí se perpetraban…

**(dicho sea con todos mis respectos al colectivo homosexual)

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HOY QUIERO CONFESAROS MI TRAGEDIA PERSONAL…

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Acabo de descubrir una nueva patología en trastornos mentales y utilizo este foro para anunciaros a todos que la padezco durante años en silencio.

Os explico más detenidamente: como casi todo el mundo sabe, la bulimia o bulimia nerviosa (hambre en exceso) es un trastorno mental relacionado con la comida. Su característica esencial consiste en que la persona sufre episodios de atracones compulsivos, seguidos de un gran sentimiento de culpabilidad. Un atracón consiste en ingerir en un tiempo inferior a dos horas una cantidad de comida muy superior a la que la mayoría de individuos comerían en dos días. A pesar de que el tipo de comida que se consume en los atracones puede ser variada, generalmente se trata de dulces y alimentos de alto contenido calórico. Los individuos con este trastorno se sienten muy avergonzados de su conducta e intentan ocultar los síntomas. Los atracones se realizan a escondidas o lo más disimuladamente posible. Característica esencial de este trastorno la constituyen las conductas compensatorias, la más habitual es la provocación del vómito. Los efectos inmediatos de vomitar consisten en la desaparición inmediata del malestar físico y la disminución del miedo a ganar peso…

Pues bien, a la nueva y extraña dolencia que padezco la he bautizado como bulimia parcial (bulimia viene del griego βουλμια (boulīmia), que a su vez se compone de βους (bous), buey + λμος (līmos), hambre) o también bulimia juanjatus.

Pero… ¿Qué es o en qué consiste la bulimia parcial o bulimia juanjatus? Pues bien, este trastorno consiste en que el enfermo sufre episodios de atracones compulsivos pero con la ausencia total de sentimiento de culpabilidad y de conductas compensatorias (purgas, vómitos o práctica de deporte) Por poner un ejemplo gráfico: Yo me pego un atracón y, en vez de vomitar, lo que hago es echarme un rato en el sofá para que se me siente el cuerpo y así reposar durante la trabajosa digestión. Tras el paso de un par de horas ya me encuentro un poquito mejor y me puedo levantar e incluso “picar” algo. Estos estremecedores episodios se repiten con frecuencia llevando así al enfermo a un estado rayano a la desesperación. Como efecto colateral, el frigorífico y/o despensa suelen estar bastante tristes, y los otros miembros de la familia se suelen mosquear bastante al descubrir que de las pitanzas solo queda el envoltorio o “packaging” aparte del considerable aumento del gasto económico en reponer las pérdidas.

Aprovecho la ocasión para anunciar a la comunidad científica el nacimiento de esta nueva enfermedad y desde aquí pido que se haga eco de ésta noticia alguna de las más prestigiosas publicaciones ofreciéndome de paso como conejillo de indias para ayudar a fijar con nitidez los síntomas de manera que se pueda crear un protocolo de diagnóstico rápido y seguro, así como implicar a los laboratorios farmacéuticos en la búsqueda de la medicina que pueda curar esta extraña afección.

Agradezco de antemano vuestro apoyo.

CUMBRES DEL HUMOR, Monty Python.

Estáis comprobando que en casi todos mis posts me limito a «copiar y pegar», perdonadme pero es que no puedo evitar la tentación de compartir con todos algunas delicias… Para mí, respetando todas las opiniones, los Monty Python han logrado algunos de los momentos más hilarantes, aquí os adjunto al «chiste más gracioso del mundo» , está subtitulado pero opino que merece la pena tener paciencia y leer un poco a cambio de oír las voces auténticas de estos maestros… Es un poco humor para «frikis»…