MARIAPI, EL CÁNCER Y EL PADRE PÍO.

Es una de mis cuñadas. Mariapi es una mujer con más virtudes que defectos. Una mujer joven, con esa elegancia innata que sólo da el alma que procura estar en gracia. Lleva seis años luchando contra el cáncer. Es luchadora, sufrida, sensible. Y guapa. Es una mujer víctima. Víctima del amor de Dios, que siempre ha querido tenerla muy cerca de Su Cruz. Quizá la voluntad de Mariapi no sea fuerte, pero sí lo es su amor, que suple lo que fuere y que ha ido creciendo exponencialmente. Debo reconocer que me llevo bien con ella, y que me instruye. Su vida no ha sido fácil (una vida cada vez más interior), y todo ese dolor la ha ido curtiendo, afinando, santificando. Yo la admiro por los detalles. Y por su silencio. El cáncer le carcome el cuerpo, es cierto, pero es como si no importara demasiado, porque le acrece el alma. La mirada cansada, pero no vencida, ni triste. La mirada pendiente de los demás y del rostro de Cristo. Mariapi ha ido aprendiendo a profundizar en la altura. Por eso le sale el Cielo de dentro, y si estás atento ves en ella una luz distinta o quizá una sonrisa.
 

Cuesta aceptar el querer de Dios. Cuesta remontar la cuesta del Calvario y no quejarse. Cuesta sufrir y sobre todo pensar que puedes morir en cualquier momento. Ya sé, ya sé que todos vivimos en una continua despedida -y con no pocas zozobras-, pero así, de esta forma, es distinto. El cáncer es una constante agonía en lo que tiene de condena. Ay, esos médicos que sajan, que prueban, que indagan, que quisieran, que no saben. Y vuelta a empezar de nuevo. Esa familia que no se acostumbra y llora (unos más a escondidas que otros) y reza más hondo. Cuesta una tortura así. Pero si Dios es mi Padre, pero si Dios es Amor, pero si Dios es Dios, ¿qué pretende? Y aprendes a vivir de fe. Mariapi lo hace. Puede que se trate de un obsequio muy especial. Es seguro -para una persona de fe- que el dolor es un don que hay que aprovechar. El dolor es asociarse al dolor infinito de Cristo. El dolor, vivido en cristiano, es comulgar místicamente el Cuerpo de Cristo. Y redimir con Él y en Él al mundo, redimirlo del pecado y de la pose. Un don para todos, si lo sabemos aprovechar con visión sobrenatural.

Los que queremos a Mariapi sufrimos. ¿Cómo no hacerlo? Aún no te lo puedes creer. Es imposible que esté pasando esto. No a ella, no a nosotros. En algún momento cunde la rebelión y la desazón, y cuesta rezar y permanecer con el alma erguida, firmes, y piensas que la ciencia puede curar, que no ha dicho su última palabra todavía. Pero si ya, en situación de normalidad, percibes que cada día es un favor de Dios, en esta situación, con el cáncer apretando el gaznate, te das más cuenta de la precariedad que es la vida. La vida… Mariapi quiere vivir, quiere seguir ayudando a sus hijos y a su madre. Vivir para servir. Aunque esté limitada por el trastorno que suponen sus circunstancias. Aunque vivir le duela horrores. Vivir para seguir arrimando el hombro a esa Cruz que comparte con Cristo. Vivir por amor, enamorada hagas lo que hagas y pase lo que pase y cueste lo que cueste.
 

Y yo no me resigno a lo inevitable. Dios es Dios. Dios lo puede todo en nuestra nada. Y los milagros están a la orden del día. Quiero que Mariapi se cure, por completo. Y hago pública esta petición para que alguien me ayude en el envite a Dios. Mi fe no es nada del otro mundo, pero Dios sabe de mi corazón. Y se lo voy a pedir con el corazón. Y se lo voy a suplicar por intercesión del Padre Pío, como al menos en una ocasión hizo Juan Pablo II, siendo cardenal. Resulta que estando en las jornadas del concilio Vaticano II, el cardenal Karol Józef Wojtyla, le escribió al Padre Pío dos misivas consecutivas pidiendo sin rodeos la curación de una madre de familia polaca de 40 años, médico de profesión. La buena mujer estaba en las últimas. Y Wojtyla no se anduvo por las ramas, como en él era característico. Directo. Tan directo que el Padre Pío, casi ciego por aquel entonces, le dijo a su ayudante: “A algo así no se puede decir que no”. Y la mujer curó por completo. Bueno, pues yo, con más osadía que otra cosa, y con todo el amor del que soy capaz, le voy a pedir desde estas líneas al Padre Pío que haga lo que sea ante el Trono del Altísimo para que Mariapi, mi querida cuñada, sane del cáncer y cuide de su madre e hijos unos cuantos años más. La situación es urgente. Por favor.

Padre Pío, reconozco que prácticamente nos acabamos de conocer, que usted es capuchino y yo miembro del Opus Dei, que puede parecer esto que hago un poco raro. Pero no lo es. En corto espacio de tiempo le he cogido un gran cariño. No tanto por los estigmas y demás dones extraordinarios como por su absoluta confianza y abandono en la Providencia de Dios. Le siento cercano. Y por eso acudo a usted con esta petición tan concreta, tan confiada y tan audaz. Que Mariapi quede limpia de todo cáncer. Y que yo sea un digno hijo de Dios. Y de María.

FUENTE: Blog de Guillermo Urbizo – www.religionenlibertad.com

23 DE SEPTIEMBRE – DIA DE SAN PÍO DE PIETRELCINA El Padre Pío

No quería dejar pasar este día sin compartir con vosotros algo sobre el Padre Pío… espero que os aproveche esta lectura. Un saludo.

Inauguración de la Casa del Sollievo e la Sofferenza. Padre Pío.

Inauguración de la Casa del Sollievo e la Sofferenza. Padre Pío.

Para el Padre Pío las apariciones ya comenzaron cuando todavìa era joven. El pequeño Francesco no habló nunca porque creyó que las apariciones eran cosas que ocurrieran a todas las almas. Las apariciones eran de Ángeles, de Santos, de Jesús, de la Virgen, pero a menudo, también de demonios. En los últimos días de diciembre de 1902, mientras él estaba meditando sobre su vocación, Francesco tuvo una visión. He aquí como la describió, muchos años después, “Francesco vio a su lado a un hombre majestuoso de rara belleza, resplandeciente como el sol, que le tomó por la mano y lo animó con la precisa invitación: “Vienes conmigo porque te conviene combatir de bravo guerrero”. Francesco fue conducido a un gran campo, entre una multitud de hombres que fue dividida en dos grupos: En una parte habían hombres de rostro guapísimo y cubiertos de vestidos blancos, cándidos como la nieve, de la otra eran como hombres de horroroso aspecto y vestidos de negro sombríos y oscuros. (Explicación. Vienes conmigo (con Jesús), porque te conviene combatir (te conviene luchar contra la tentación, así te haces mas fuerte), bravo guerrero (buen cristiano).Inútil es tu resistencia (habla la tentación), con este conviene combatir. Ánimo (le dice Jesús), entra confiado en la lucha (puedes vencer al maligno), avanza atrevidamente que Yo te seré propicio (puedes retar al enemigo que siempre estaré contigo); te ayudare y no permitiré que el te venza.) El joven situado entre aquellas dos alas de espectadores, vio venir a su encuentro un hombre de desmedida altura, tan alto, que podía tocar con la frente las nubes, y con un rostro horroroso. El personaje resplandeciente que tuvo a su lado lo exhortó a batirse con el personaje monstruoso. Francesco rogó evitar el furor del extraño personaje, pero aquel luminoso no aceptó: “Inútil es tu resistencia, con éste conviene combatir”. Ánimo, entra confiado en la lucha, avanza atrevidamente que yo te seré propicio; te ayudaré y no permitiré que él venza”. El combate fue aceptado y resultó terrible. Con la ayuda del personaje luminoso siempre ayudándole, Francesco venció. El personaje monstruoso, obligado a huir, se arrastró tras aquella gran multitud de hombres con horroroso aspecto, entre gritos, imprecaciones se aturdió. La otra multitud de hombres del vago aspecto, emanó voces de aplauso y laudos verso al que asistió al pobre Francesco, en una tan áspera batalla. El personaje espléndido y luminoso más que el sol, puso sobre la cabeza de Francesco victorioso una corona de rara belleza, que inútil sería describirla. La corona fue retirada por el personaje bueno el que precisó: “Otra más bonita tengo para ti guardada. Si tú supieras luchar con aquel personaje con el que ahora has combatido. Él siempre volverá al asalto…; combates de bravo y no dudes en mi ayuda… no te asustes por su horrorosa presencia…. Yo estaré cerca de ti, yo siempre te ayudaré, para que tú logres vencerlo”. Tal visión fue seguida, luego, de reales batallas con el Diablo. El Padre Pío enfrentó en efecto numerosas batallas contra el “enemigo” de las almas en el marco de su vida, con el propósito de arrancar las almas de las cadenas de Satanás.

Una tarde el Padre Pío estaba descansando en una habitación, en la planta baja del convento, que fue destinada a hospedería. Estuvo solo descansando, y apenas se había extendido sobre el sofá cuando, de repente, he aquí que vino a comparecerle un hombre envuelto en una negra capa. El Padre Pío, sorprendido, levantándose, interrogó al hombre quién era y qué quería. El desconocido le contó que era un alma del Purgatorio. “Soy Pietro Di Mauro. He muerto en un incendio, el 18 de septiembre de 1908, en este convento que fue destinado a un geriátrico, después de la expropiación de los bienes eclesiásticos. Morí entre las llamas, en mi cama de paja, sorprendido en el sueño, justo en esta habitación. Vengo del Purgatorio: el buen Dios me ha concedido la gracia de veniros a preguntar si podrías ofrecer la Santa Misa de mañana por mi descanso eterno. Gracias a esta Misa podré entrar al Paraíso”. El Padre Pío aseguró que ofrecería la Santa Misa por su alma. El. Padre Pío contó: “Yo, quise acompañarlo a la puerta del convento, para despedirlo, y cual sería mi sorpresa; que una vez a mi lado desapareció repentinamente. Por lo que me di verdaderamente cuenta de haber hablado con un difunto”. Tengo que decir que regresé al convento muy asustado. Al padre Paolino de Casacalenda, Superior del convento, que notó mi agitación, le pedí el permiso de celebrar la Santa Misa en sufragio de aquella alma necesitada; después, naturalmente, de haberle narrado lo ocurrido”. Tiempo después, el Padre Paulino, despertado por la curiosidad, quiso hacer la averiguación. Fue al Despacho del registro del ayuntamiento de San Giovanni Rotondo, solicitó y consiguió el permiso de consultar el registro de los fallecidos en el año 1908, la narración del Santo Padre Pío correspondió a la realidad. En el registro relativo a las muertes del mes de septiembre, el padre Paulino localizó el nombre, el apellido y la imputación de la muerte: “En fecha el 18 de septiembre de 1908, en el incendio del geriátrico Pietro Di Mauro verdaderamente murió.”

La Señora Cleonice Morcaldi de San Giovanni Rotondo fue una hija espiritual del Padre Pío. A un mes de la muerte de su mamá, el Padre Pío le dijo: “Esta mañana tu mamá ha volado al Paraíso, la he visto mientras estaba celebrando la Misa.” Lo que quiere decir que tuvo la gentileza de ofrecer la misa por el descanso eterno de su alma.

El Padre Pío contó esta historia al Padre Anastasio. “Una tarde, mientras yo estaba solo en el coro para orar, oí el susurro de un traje y ví a un monje joven que revolvió al lado del altar principal. Parecía que el joven monje estaba desempolvando los candelabros y arreglando los jarrones de las flores. Yo pensé que él era el Padre Leone que estaba reestructurando el altar; y como ya era la hora de la cena, me acerqué a él y le dije: “Padre Leone, vaya a cenar, no es tiempo para desempolvar y reparar el altar”. Pero una voz que no era la voz del padre Leone me contestó”: “yo no soy el Padre Leone”, “¿y quién es usted? “, le pregunté. “Yo soy un hermano suyo que hice el noviciado aquí, mi misión era limpiar el altar durante el año del noviciado. Desgraciadamente en todo ese tiempo yo no reverencié a Jesús Sacramentado, Dios Todopoderoso, como debía haberlo hecho, mientras pasaba delante del altar. Causando gran aflicción al Sacramento Santo por mi irreverencia; puesto que el Señor se encontraba en el tabernáculo para ser honrado, alabado y adorado. Por este serio descuido, yo estoy todavía en el Purgatorio. Ahora, Dios, por su misericordia infinita, me envió aquí para que usted decida el tiempo desde cuando que yo podré disfrutar del Paraíso. Y para que Ud. cuide de mí.” Yo creí haber sido generoso con esa alma en sufrimiento, por lo que yo exclamé: “usted estará mañana por la mañana en el Paraíso, cuando yo celebre la Santa Misa.”. Esa alma lloró: “Cruel de mí, que malvado fui.” Entonces él lloró y desapareció.  Esa queja me produjo una herida tan profunda en el corazón, la cual yo he sentido y sentiré durante toda mi vida. De hecho yo habría podido enviar esa alma inmediatamente al Cielo pero yo lo condené a permanecer una noche más en las llamas del Purgatorio.”

Carta que el Padre Pío escribió a su director espiritual: Carta al Fraile Agostino, del 7 de abril de 1913, “Mi estimado Padre, yo todavía estaba en la cama el viernes por la mañana, cuando el Señor Jesús se me apareció. Él se encontraba golpeado y desfigurado. Él me mostró una gran muchedumbre de sacerdotes y dignatarios eclesiásticos indiferentes, quienes estaban celebrando vistiendo sus sagradas túnicas. Cuando yo vi a mi Jesús en esta condición sentí un gran sufrimiento, por consiguiente, yo le pregunte porqué él sufrió tanto. Él no me contestó, él me mostró a los sacerdotes que debía castigar. Pero poco después, el Señor estaba tristísimo al mirar a estos sacerdotes y yo noté, con gran horror, dos lágrimas enormes que emanaron del Santo Rostro. Jesús salió de esa muchedumbre de sacerdotes y con una gran expresión de aversión en la cara, lloró’: ¡”Carniceros”! “Entonces Él me dijo: “Mi Niño, no creas que mi agonía ha sido de tres horas, no; realmente yo estaré en la agonía hasta el fin del mundo; debido a las almas que yo amo. Durante el tiempo de la agonía, mi niño, nadie puede dormir. Mi alma va buscando alguna gota de piedad humana, pero ellos me dejan solo bajo el peso de la indiferencia. La ingratitud hace más severa la agonía para mí. ¡Ellos responden mal a mi amor! El tormento mayor para mí es que crece en las personas su desprecio, indiferencia, e incredulidad. Cuántas veces mi ira deseó destruirlos por el relámpago, pero yo me detuve por los ángeles y las almas que me aman….. Escribe a tu padre y nárrale lo que has visto y Yo te dije en esta Mañana. Dile que muestre tu carta al Padre provincial… “Jesús continuó hablando pero yo nunca puedo revelar lo que él dijo… “
(PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni “Padre Pio da Pietrelcina” Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

En la carta al Padre Agostino del 13 de febrero de 1913: Nuestro Padre Jesucristo me reveló “no te preocupes, yo le haré sufrir pero yo también te daré la fuerza” – “Yo deseo que tu alma se purifique e con el martirio oculto diario; no te asustes si yo permito al Diablo atormentarte, y al mundo para hastiarlo, porque nadie ganará contra esas personas que sufren bajo la cruz por mi amor y que yo he decidido protegerlos. “
(PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni “Padre Pio da Pietrelcina” Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)

La carta al Padre Agostino, del 18 de noviembre de 1912, “… Jesús, su estimada Madre, y el Ángel Guardián; estuvieron visitándome con otros para animarme, me dijeron que ellos no se olvidan de decirme que la víctima, ser llamado la víctima, tiene que perder toda su sangre.”
(PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni “Padre Pio da Pietrelcina” Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)
La carta para al Padre Agostino, del 12 de marzo de 1913, “… mi padre, escucha las quejas de nuestro dulce Jesús: ¡Se reembolsa “mi amor para los hombres con tanta ingratitud! Esas personas me hubieran ofendido menos si yo los hubiera amado menos. Mi padre no quiere llevárselos todavía. ¡Me gustaría dejar de amarlos, pero… (Y aquí Jesús guardó silencio y, luego desprevenidamente me dijo:) ¡pero mi corazón es hecho para amar!. Los hombres no hacen el intento de superar las tentaciones. Más bien estos hombres disfrutan sus faltas de equidad. Las almas que Yo amo más son las que sufren una tentación, y cuando ellos no tienen éxito resistiendo, me invocan pidiendo ayuda, y Yo me presento y las fortifico en la tentación. Las almas débiles se desaniman y desesperan. Las almas fuertes que confían en Jesús, me llaman y Yo vengo para relajarlos. Ellos me dejan solo por la noche y en la mañana en la Iglesia. Ellos no cuidan del Sacramento del Altar; ellos ya no hablan de este sacramento de amor; también, las personas que hablan del sacramento lo hacen con la tanta indiferencia y frialdad. De mi Corazón se han olvidado; nadie cuida de mi amor; Yo siempre me entristezco. Mi casa se ha vuelto un teatro de obras para muchas personas; incluso mis sacerdotes que yo siempre he protegido cuidadosamente, que yo he amado como la niña de mis ojos; ellos deben confortar mi corazón lleno de amargor; ellos deben ayudarme en la redención de las almas, en cambio…. ¿Quién lo creería? Yo recibo la ingratitud de ellos. Yo veo, Hijo mío, a muchos de ellos que… (Aquí él se detuvo, los hipos le apretaron la garganta, él lloró) que bajo la semejanza falsa ellos me traicionan con las comuniones sacrílegas, mientras Yo estoy estampando en ellos la luz y las fuerzas que continuamente les doy… “.
(PADRE PIO DA PIETRELCINA: Epistolario I° (1910-1922) a cura di Melchiorre da Pobladura e Alessandro da Ripabottoni – Edizioni “Padre Pio da Pietrelcina” Convento S.Maria delle Grazie San Giovanni Rotondo – FG)
Carta a Padre Benedetto del 17 de diciembre de 1917: … “En una de las visitas que tuve de Jesús en estos días, le pregunté con más insistencia si pudiera tener compasión de las pobres naciones, tan a prueba por la desdicha de la guerra y que por fin cediera su justicia y misericordia. ¡Cosa extraña! Él no contestó sino con una señal de mano, que quiso decir: despacio, tranquilo. Pero ¿cuándo?, añadí yo. Y él, con seriedad y con una media sonrisa en boca, posó su mirada sobre de mí y sin decir palabra se despidió.”

MENSAJE DEL PADRE PIO A UN ALMA

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El Padre Pío, durante su vida, se aparecía a muchos por bilocación. Después de su muerte continúa manifestándose a ciertas personas.

Últimamente se ha aparecido a un alma privilegiada.

El Padre Pío estaba rodeado por una luz maravillosa, en medio de flores y circundado de Ángeles. Sus llagas eran luminosas, pero sobre todo la llaga del costado. Sobre el pecho tenía una Cruz, pero sin Crucificado. El Crucificado era el mismo Padre Pío.

En seguida, le trasmitió un MENSAJE que dice así:

 

«Querido hermano… escribe

¡No tengas miedo! ¡Soy el Padre Pío!

¡Viva eternamente Cristo, Rey y Señor de todo el universo!

Desde el trono de mi gloria, te hago llegar mi palabra, mientras estás en el mar tempestuoso de la vida humana, que se debate y nada en el estiércol de toda clase de inmundicias.

    Yo, Padre Pío, amante de Jesús Crucificado, copia viviente de su vida crucificada, tengo el permiso de comunicarte todo lo que me sucedió apenas expirado.

     El Omnipotente Dios; justísimo y amabilísimo, permitió que mi alma permaneciese todavía tres días en el globo terráqueo, a los píes del Tabernáculo, para reparar todas las irreverencias que se habían cometido en el lugar santo de Dios, a causa de mi presencia atendiendo la gente.

    El haber quedado tres días a los pies del Tabernáculo no significa pérdida de la santidad que la infinita bondad de Dios tuvo a bien concederme.

    En el momento de mi tránsito, comprendí a la luz de Dios, la necesidad de un acto completo de reparación por todas las almas que, durante tantos años, cometieron por mi causa muchas faltas de reverencia delante del Santísimo. Sacramento..

          El alma enamorada de Dios, conociendo a la luz del Sol Eterno que se aproxima la  belleza de Dios, se precipita por si misma a dar al Señor el último testimonio de amor y reparación. Por lo tanto no hay que maravillarse por aquellos tres días de reparación. Al mismo tiempo fui hallado digno de ser semejante a Cristo hasta en el ingreso en la fulgente gloria que me esperaba.  ¿No permaneció Cristo tres días y tres noches en el sepulcro? El cuerpo virginal de nuestra dulcísima Madre Inmaculada,      ¿acaso no quedó en la tierra tres días y tres noches?  Inescrutables designios de Dios que la razón humana no puede comprender!

      Durante ese tiempo, el alma Santísima de Jesús gozaba de la gloria beatífica de la Divinidad en el seno de su Padre Celestial; en cambio para mí, los tres días pasados al pie del Tabernáculo fueron bastante penosos.

        Después, el alma emprendió su vuelo, deteniéndose en las mansiones de la gloria para contemplar toda la grandeza de un Dios Omnipotente. Luego franqueé el último umbral donde el alma abismada, contempla todos los arcanos que se gozan en el Paraíso.

No hablo del gran premio que he merecido por tantos sufrimientos soportados en la tierra, pues, si me fuera posible, hubiera preferido quedarme en la tierra para sufrir hasta el fin del mundo para reparar por la gran Majestad de Dios tan ultrajada y para poder salvar todavía más almas.

¡Oh almas negligentes.. .valorad vuestra existencia! ¡Haced de ella un gran tesoro para la vida eterna!

Pero mi misión continuará todavía.. No permaneceré inactivo. Acompañaré a las almas que me fueron queridas y vigilaré a las que vacilen en la Fe. Estaré con vosotros mientras así lo disponga la Divina Voluntad.

¡Invocadme en vuestros momentos penosos, en el tempestuoso valle de lágrimas! Os ayudaré y os asistiré para que no vacile vuestra Fe y deis gloria al Señor que os ha creado de la nada.

      En el Cielo estoy en constante coloquio con Dios para salvar las almas, pero especialmente recurro a la Reina del Cielo y de la tierra junto a Nuestra Señora, desempeño mi misión… Es tiempo de gran corrupción en el mundo, pero es también tiempo de gran Misericordia por parte de Dios, que sigue esperando que sean utilizados sus méritos infinitos.

 

*  *

     «Te he dicho que hice mi Purgatorio al pie del Tabernáculo. Esta ha sido la voluntad del Señor. Habría podido hacerlo más prolongado y de distinto modo.

Mi Purgatorio lo hice en vida sobre la tierra, signado con las llagas de Jesús Crucificado y con el alma continuamente en penosa congoja, semejante a la que padeció Jesús en la Cruz en su dolorosa agonía. He podido vivir tanto, gracias a la asistencia que me proporcionaba el Señor.

¿Quieres saber cuál es mi gloria? Sólo puedes formarte de ello una pálida idea.

Hay gozos paradisíacos que se descubren siempre de nuevo, y uno queda siempre extasiado..: Pero no hay para todos la misma gloria… El alma que ha amado más, que ha sufrido más y que se mantuvo en la verdadera pureza, esa alma es capaz de saborear mucho mejor el misterio incomparable de la Celestial Jerusalén.

 

Yo me hallo junto a mi querido Padre Francisco, rodeado de Querubines y Serafines que entonan el himno del amor y de la gloria.

En el mundo se vive sin Fe, o tal vez con  Fe lánguida..

 

Los que  están más cerca del Señor Podrían trabajar más y embellecer su alma con jugos vitales..

¡Dichosas las almas que, como industriosas abejas, llegan a alcanzar la meta celestial con la corona bien formada sobre su cabeza!

Mientras tanto, en el mundo sólo se piensa en gozar y se peca mucho. Hay amenazas por parte de Dios que se van a cumplir inexorablemente!! Toda la Corte celestial adora a la Omnipotencia Divina y le suplica que se aplaque. Por eso mismo… rogad todos y ofreced sacrificios!»

 

 

«Todos dicen: ¡Ha muerto el P. Pío ! ¡Ha muerto el Padre Pío!

Mas ¿cómo puede llamarse «muerto» al que ha alcanzado la verdadera vida, la eternidad?

El alma inmortal abandona sus despojos mortales, o sea el cuerpo, para gozar de la verdadera felicidad.

Muertos son los que viven alejados de Dios, sin vivir la verdadera vida, esto es; la gracia divina. El alma muerta a la gracia, viviendo en las tinieblas, tiene su cuerpo como un cadáver ambulante, sin consistencia esencial. Toda la vida que anima al cuerpo es la sustancia real emanada de la vida del alma. De ahí que el título de muerte», para los seguidores de Cristo, es absurdo. Se debería llamar «tránsito» «viaje a la casa paterna».

En el mundo se viaja mucho, llevando e! alma en el frágil vaso que la contiene. De ahí arrancan las facultades intelectuales operantes, producidas por el alma.

¡Ay de aquellos que no conocen bien lo que significa pasar de la tierra a la eternidad!

Se experimenta un gran miedo porque no se vive de la realidad vital. Por esto, se da mucha importancia a la humanidad, viviendo a medias.

     ¡Amad la verdadera vida que os conduce a Cristo! ¡la carne debe servir de instrumento para atesorar méritos con miras al viaje que conduce a las bodas eternas! «¡Nada de miedos!» El que sepa viajar, encontrará su triunfo…! El triunfo de haber custodiado bien el tesoro del alma inmortal en unos despojos mortales, terrestres, llamados «cuerpo», el cual también resucitará resplandeciente al final, para gozar de la felicidad celestial. Cuanto más frenemos el cuerpo, mortificando sus fuertes pasiones y manteniéndolo en la pureza, tanto más nos servirá para obrar el bien y tanto más brillará en la feliz eternidad.

La muerte no es tal para los que hayan vivido la vida de Cristo, sino que es vida. El alma es el centro vital de todo el ser humano. Apenas deja, el cuerpo, se lanza como flecha hacia Dios, Fuente de vida para iniciar la vida sin fin… Siendo así, las almas en gracia de Dios no deben experimentar ninguna especie de terror al aproximarse la hora suprema de su encuentro con el Creador».

 

* .*

«Muchas personas me han tenido por áspero… irascible..

¡He aquí el motivo! ¡Cuántas luchas intimas debí entablar contra el amigo del orgullo, que a veces me molestaba fuertemente y, en ciertas circunstancias propicias, me hacía obrar diversamente!

¡Pero no debemos juzgar con facilidad a un alma que humildemente ama, sirve y se sacrifica para la gloria de Dios.

«Querido hermano en Cristo y con Cristo! Te recomiendo ocuparte actualmente de cómo poder honrar siempre más a la gran Madre de Dios y Madre nuestra.

Si estuvieses en el cielo y vieras todo lo impuro que hay en el corazón del hombre, y cómo el hombre quisiera desbaratar los planes de Dios manifestados en la Redención humana por medio de María Inmaculada, tú desearías precipitarte, si te fuese posible, sobre la tierra, para manifestar al mundo la verdad infalible del Verbo Encarnado en el seno purísimo de la Virgen María, por obra y virtud del Espíritu Santo.

Sin embargo, sabiendo tú todo lo que hay en el mundo no puedes llegar a comprenderlo plenamente, por no encontrarte en el eterno esplendor de Dios.

¡Cuánta consternación y aún miedo, para expresarme de un modo humano, no deja en nosotros la Infinita Justicia de Dios, dispuesta a actuar al ver vilipendiada y ultrajada su Infinita Majestad!

Tú, querido hermano, querrías comprender cómo los Bienaventurados pueden gozar y al mismo tiempo sentir consternación y miedo: vete sabiendo que, siendo nosotros felices en el Cielo, nos vemos obligados a valernos de modos terrenos para hacernos comprender mejor.

¿No fue necesario que se humanizara el Verbo de Dios, Jesús, para salvar a la humanidad? Por lo tanto, no es nada extraño que nosotros nos manifestemos tristes y doloridos, y que podamos estar horrorizados ante la terrible desventura que afectará a toda la humanidad, contaminada con la culpa y sin posibilidad de salvación.

Los ángeles, aun siendo puros espíritus, cuando se aparecen, ¿no tornan acaso formas humanas? Todo es posible para Dios, cuando El lo quiere.

La manifestación dolorosa debe aparecer en proporción con la redención de un Dios Omnipotente, de tal modo que el hombre tome conciencia del horror que despierta en Dios su presencia tenebrosa.

Cuando el cielo está sereno y brilla el sol, el hombre se siente feliz de poder obrar cómodamente, sin encontrar obstáculos; pero cuando el cielo se presenta oscuro y amenaza con una lluvia torrencial, entonces sí que el hombre toma precauciones de defensa. . . siempre y cuando lo quiera.

¡Cuántas manifestaciones  nefandas de libertinaje inmoral!

Los malvados, queriendo encubrir su corrupción, pretenden ofuscar o anular los atributos de Dios en la creación y Redención del hombre caído y luego depravado con tantas infamias.

El mundo camina en tinieblas!. No hay medio de escape! Debería ser castigado y reducido a la nada, con más razón que Sodoma y Gomorra!

No tardéis en destilar sobre las almas un poco de luz del cielo! Pero antes que nada, esta luz deberían recibirla las almas consagradas…   aseglaradas…, que pretenden cambiar el Maná Celestial por las bellotas de los animales inmundos!

 

 

«¿Qué sucederá en el mundo?   Nuestra felicidad del Cielo está invadida por gemidos angustiosos, por cuanto todos tenemos en la tierra seres humanos que nos pertenecen.

¡Apresúrate! ¡No te detengas en reflexiones! Escribe. . . habla. . – sacude los corazones que quieren sumergirse en el barro!!!

Son, ante todo, nuestros Hermanos Consagrados los que hacen amargo el «Pan de la Vida», por cuanto comienzan a corromper su conducta.

¡Qué trágica perspectiva!… ¡Qué Babilonia de visiones!… La hora es gravísima y serán ellos los primeros en ser envueltos en la tormenta, por cuanto a causa de ellos ocurre tanto mal en el mundo.

 

Pon en práctica tu programa: 

lº Manifestar al mundo el Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María;

2º Proclamar que las almas consagradas al no querer seguir las normas de la pureza y de la continencia virginal, no son dignas de permanecer en el servicio de Dios junto a los Santos Tabernáculos.

Hace falta mucha oración, un poco de penitencia, mayor unión con Jesús Eucaristía, mayor dedicación al desagravio. Se necesitan víctimas de reparación, almas Hostias, almas puras.  El sufrimiento de las almas puras penetra en los Cielos.

¡Que no duerman los fieles! Preocúpense de los intereses del Creador, eviten los pasatiempos inútiles la televisión prolongada!

    ¡Privaciones. .. penitencia. . . celo por la gloria de Dios!!

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      «Te propongo todavía manifestar al mundo dos problemas importantes que tanto se valorizan en la Gloria Beatífica, en la cual nos encontramos. Si nos fuera dado bajar a la tierra, estaríamos dispuestos a volver a ella, para hacer méritos y llenar, cada uno de nosotros, aquellos huecos grandes y pequeños pasados inútilmente en tiempos perdidos.

Dios ha creado a los hombres, no para disiparse en el tiempo, sino para salvarse y santificarse por medio del tiempo, empleándolo para la Patria Celestial que los espera a todos.

        Es la pérdida del tiempo pasado inútilmente en el pecado, lo que gradualmente arrastra al infierno. Este es el primer problema: evitar la pérdida del tiempo.

      El segundo es, inculcar la necesidad de vivir en la presencia de Dios. ¡Qué importante es vivir en la presencia de Dios!  

      El mismo Señor dijo a Abrahán al constituirlo padre de grandes generaciones:

       «¡Anda en mi presencia y sé perfecto!»

José, hijo de Jacob, invitado a cometer el mal en casa de Putifar, se rehusó a ello enérgicamente diciendo: ¿Cómo puedo yo cometer una mala acción en la presencia de mi Dios? – A consecuencia de ésto fue calumniado y recluido en una cárcel.

Pero el Señor estaba con José y lo premió, haciéndolo grato al director de la cárcel, quien le confió los demás presos que quedaron todos a sus órdenes.

Además, el Señor le premió dándole el don de profecía y así salió de la cárcel y fue constituido virrey de Egipto.

La casta Susana, invitada a pecar, al pensamiento de «¡Dios me ve!», pronunció su «no» rotundo. Los tentadores, burlados, inventaron una calumnia y la condenaron a muerte.

El Señor quiso premiarla, y mandó al Profeta Daniel para descubrir la calumnia. Fueron condenados los acusadores de Susana y ella fue liberada de aquella inefable calumnia que debía conducirla al martirio.

      ¡Problemas importantísimos son éstos de los últimos tiempos, tan pecaminosos y tan llenos de escándalos! Se vive como si Dios no existiese y aquellos que conocen la existencia divina intentan huir de la mirada de Dios, a fin de ahorrarse preocupaciones en la justificación de su conducta extraviada.

Muchas almas se hartan de conocer y saber lo que yo he dicho o hecho en San Juan Rotondo, pero no logran decidirse sobre una base firme y convincente.»

 

 

«Te recomiendo insistir para hacer progresar el amor y la preocupación hacia aquel acto supremo del infinito amor que prodigó Jesús dándose a Sí mismo todo entero y sin límites a las almas.

¡Que se sienta esta gratitud hacia Jesús Eucaristía y que se ponga en práctica!    El Tabernáculo es la fuente de la vida; es sostén, paz, ayuda y consuelo de las almas fatigadas!

¡Se debe ir a Jesús con verdadera fe y no por rutina como para olvidarlo cuanto antes! ‘Vivir de la fe, de aquella fe viva que eleva las almas a las cosas sublimes, en vez de sumergirse demasiado en la tierra!.

El mundo es un lugar de tránsito. Se debe saber luchar para desprenderse de las cosas fugaces.

Si las almas no se acercan con frecuencia al Fuego Eucarístico, permanecen frías, sin aliento, tibias, sin méritos. Y ¿qué consuelo puede recibir Jesús de esas almas que no tienen la fuerza de volar sobre todo lo creado?

Debemos vivir firmes en la convicción práctica de nuestra obligación de amar y servir al Señor.

¡Oh, si las almas conociesen bien y apreciasen el gran don de Dios que se quedó viviente en la tierra, cómo vivirían la vida de otro modo!

     Del Tabernáculo se sacan todos los tesoros: el alma se santifica y vive transformada en Dios. Si no se experimenta hambre y sed de Dios Vivo, se vive una vida vacía, obscura, que no hace ningún progreso.»

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«Se me atribuyen milagros, profecías, bilocaciones, estigmatizaciones, etc. Pero yo no fui otra cosa que un indigno instrumento del Señor. Sin la lluvia que cae del cielo la tierra no produce más que cardos y espinas.

En cierto modo, Jesús debe servirse de algún alma para demostrar al mundo su existencia y su omnipotencia. A muchas almas ha dado el Señor abundantes gracias, pero después se las retiró porque Él quiere ser correspondido. La semilla debe germinar… el terreno debe ser fértil. Solamente se necesita acoger a Dios que llama a la puerta y, si no se le abre generosamente para recibir su visita.. . pasa de largo … no se detiene a hospedarse. Exige cierta disposición que es un deber. El resto lo hace Él y sabe hacerlo bien.

          Mas el alma que busca y desea la visita de Dios, tiene que apartarse del bullicio del mundo.

       El buen Dios me encontró a mí….. solitario y en oración. Llamó a la puerta de mi corazón y yo lo acogí, pensando que era un deber el hospedar al Señor que me había creado.

     Amar a Dios es el mayor deber de la vida, y yo lo comprendí desde niño, como lo comprenden aún muchos niños, todavía no emponzoñados por el mundo.

         ¡Son las familias las que tienen la puerta cerrada a ¡a luz del sol!

         ¡Son las familias que malgastan tiempo junto al televisor, en presencia de sus pequeñuelos! Esperan con ansia los programas interesantes sin preocuparse de los niños, que van asimilando tanto veneno en sus inocentes corazoncitos… y por esto el Señor pasa de largo!

   ¡Así es el tiempo presente: el paso de Dios, sin darle la oportunidad de detenerse!

Y después… ¡pobres familias que de un hogar hacen un foco de rebelión!

Yo, por la gracia de Dios, he cumplido mi jornada y creo haber cumplido con mi deber en dar al Amor todo lo que Él por amor, me ha dado a mí a lo largo de su Calvario.

¡Si supiéramos cómo resulta cien veces centuplicado por Dios todo acto, aún el más mínimo, hecho por su amor! A todos los miles de personas que acudieron a verme en San Juan Rotondo, sin reparar en incomodidades y sacrificios, les pregunto:

¿Habéis cambiado de conducta? ¿Qué frutos habéis sacado de haberos acercado a un pobre siervo de Dios? Si todos hubieseis cambiado, habríais llevado la luz al mundo. Vuestros contactos conmigo han dado escasos frutos, pues de otro modo el mundo no empeoraría constantemente.

 Reflexionad: Si la semilla enterrada en el surco no muere, no echa raíces; si el hombre no muere a todas las inclinaciones de la carne, no puede tener vida.

El hombre y la mujer, en el paraíso terrestre, no supieron luchar ni vencer en la lucha diabólica del orgullo y cayeron vencidos en las garras de Satanás. Su pecado pasó a todas las generaciones hasta el fin del mundo, y de ahí que la lucha siempre revive en el hombre, como consecuencia del pecado. Como un padre desnaturalizado, llevando una vida escandalosa, corrompe a sus propios hijos con su mal ejemplo, así Adán pervirtió al mundo.

Lo que en estos momentos te estoy anunciando, tú, querido hermano, puedes libremente referirlo, ya que es urgente que la humanidad sea sacudida y despierte. Que no duerma en el pantano de la culpa; que reconozca la omnipotencia de Dios tres veces Santo, y que de su corazón mane leche y miel en vez de odio.

Los castigos, se los procura el hombre con sus actos de rebelión contra el Dios Altísimo. El hombre, abandonado a sí mismo por parte de Dios, se encamina hacia el abismo de toda clase de perdición.»

 

*  *

 

«Escribe también esto:

No se comprende bastante la importancia del alma cuando debe comparecer ante la Infinita Majestad de un Dios Juez.

Aún algunos Santos, aunque de excelsa santidad, han demorado por unos instantes su entrada en la gloria eterna a causa de algunas cositas que parecen nada a los ojos de los hombres.

¡Cada alma debe corresponder a los talentos dados por el Señor!

Te dejo oh hermano, este legado: El Crucifijo, la Eucaristía, el Corazón Inmaculado de María y las almas que hay que salvar !!!»

 

Fe.

Ayer una amiga me definía como un ente poseído por una extraña bipolaridad, la mitad de mi cerebro dominada por los Monty Phyton y la otra por el padre Mundina. Bueno, pues hoy se va a manifestar sobre todo el padre Mundina. Os voy a contar una historia edificante, un milagro, sé como suenan estas cosas en nuestro mundo de hoy tan técnico y tan materialista… juzgad por vosotros mismos…

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“ … corría el año 1896, en la agreste provincia de Avellino Italia. El pequeño Francesco (futuro Padre Pio de Pietrelcina) tiene ocho años, aquel día, su padre decide llevarlo a Altavilla Irpina para la fiesta anual de San Peregrino, mártir muy querido y venerado en la región. Para la ocasión, los campesinos organizan una feria de animales y, justamente Grazio, su padre a previsto adquirir un caballo de tiro. ¡La emoción impide a Francesco pegar ojo en toda la noche! De madrugada emprende una larga caminata de varias horas con su padre y el pequeño burro de la familia. Llegan al santuario antes del mediodía y se escabullen en la iglesia, ya repleta. Fieles de toda la región se han dado cita allí. Traen signos de devoción, a cual más pintoresco, a su bienamado santo y le presentan sus sufragios mediante gestos expresivos… ¡diríamos más bien explosivos! Alzan los brazos al cielo gritando, llorando, riendo, orando… Luego se hincan estrepitosamente de rodillas, haciendo sonar sus rodillas contra el suelo como para mejor atraer la atención del santo. Algunos le ofrecen gigantescos cirios de los más vivos colores, otros ramos de flores o corazones de terciopelo recamados de oro… En pocas palabras, una piedad popular tan ruidosa como colorida y conmovedora.

            Todos se agolpan alrededor del altar donde reina el cuadro del santo, que felizmente –supongo- reconoce entre aquella cacofonía, las perlas raras de los corazones sinceros que le confían sus penas y tragedias, así como sus esperanzas. Y he aquí que una mujer, vestida de harapos y visiblemente agobiada con todas las miserias del mundo, comienza a arengar al santo en voz alta. De sus brazos, entre harapos, emerge un pequeño ser inerte y completamente deforme. A medida que profiere sus gritos, la muchedumbre, presa de estupor ante tal deformidad, baja el tono algunos decibelios para dejar a esta pobre madre la posibilidad de aliviar su corazón. La mujer toma a su pequeño en sus manos y , con la energía de la última esperanza, se lanza en la oración más impresionante jamás oída. En su alegato utiliza palabras aparentemente groseras pero que forman parte del dialecto de Avelino, ya de por sí bastante colorido. He aquí que nuestra madre encara abiertamente al santo, profiriéndole los más contundentes reproches:

“Te he venerado durante toda mi vida, nunca he dejado de venir para tu fiesta. ¡Cuántas veces te he encendido velas con amor, te traje regalos y siempre confié en tu ayuda! Hablé bien de ti en mi pueblo hasta el cansancio, ¡¡y así me lo pagas!! Sabes bien que estoy sola y sin un centavo, ¡y mira mi niño deforme! ¿Cómo me las voy a arreglar para criarlo? ¿No te conmueve verme así, incapaz de cuidar de este niño? ¿Eres tú quien irá a mendigar en mi lugar? ¿Qué clase de santo eres?”

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Su voz se hacía cada vez más fuerte, entrecortada por estallidos de llantos desgarradores. Llegada al punto culminante de su arenga exclama:

“Tú estás muy bien. ¡Lo tienes todo, estás en el Cielo! ¡Para ti es muy fácil! Si tu santidad consiste en dejar que los desdichados se las arreglen solos… pues bien, me desilusionas, ¡hasta me das asco! Te pavoneas en tu cuadro, y cuando la desgracia alcanza a un corazón, ¡ni siquiera mueves el dedo meñique! ¡Bravo! ¡Qué buen ejemplo de caridad! Todas las oraciones que te hice… ¡Fui una tonta, me cansé en balde, para nada! Todo lo que fuiste capaz de darme fue este crío completamente deforme… Y ahora ¿qué dices tú a todo esto, eh? ¿Esperas quizá que vuelva a mi pueblo elogiando tus prodigios?”

Toda la asamblea, petrificada, no osa proferir una sola palabra, sin saber si debe sentirse molesta por la mujer o por ese pobre Peregrino a quien le están propinando la reprimenda de su vida. ¿Qué ocurrirá?

La voz de la madre se quiebra. Ya gritó demasiado, lloró demasiado, sangró demasiado. Entonces, en un sobresalto de audacia y de fe, sube los escalones del altar lateral de Peregrino. Entre la multitud, el pequeño Francesco de ocho años no se pierde detalle de lo que ocurre y, conmovido, ora con todo su ser por esta madre destrozada por la pena. Pero su padre lo sacude por el brazo.

-¡Vamos, ven!

-Espera, papá, ¡espera!

El chico se vuelve pesado como el plomo. Su padre ve que Francesco no cederá. Por su lado, la madre libera al pequeño de sus harapos y lo eleva como una hostia ante la imagen del santo, como para mostrarle que no está bromeando. Luego lo deposita ante él gritando:

            ¡Tómalo, aquí está! ¡Devuélvemelo sano o quédatelo!”

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La mujer se aleja entonces del altar, determinada a ganar la causa. En la iglesia, no se oye ni el vuelo de una mosca.

            -Vamos, Francesco, ven ¡debo ir por el caballo!

            -No, papá, ¡deja que me quede un poco más!

            Francesco permanece clavado en su lugar, queriendo saber cuál será el desenlace de todo esto. La mujer está allí y espera. Un murmullo se eleva a su alrededor y la iglesia pronto recupera el carácter ruidoso de los días festivos. Los comentarios abundan, a la italiana.

            De repente, el pequeño Francesco abre bien los ojos: ¡un milagro está produciéndose en el altar! El niño deforme comienza suavemente a girar sobre sí mismo, ante las exclamaciones de los asombrados peregrinos. El que estaba inerte como un vegetal hace fuerza para levantarse usando sus bracitos y sus rodillas. Sus miembros han tomado una forma normal. El tumulto que sigue es indescriptible… Grazio, empojado de derecha a izquierda, intenta salir pero una nueva oleada de peregrinos que quieren “ver” lo devuelve al interior. Las campanas de la iglesia también han comenzado a proclamar la noticia, balanceándose a pleno vuelo, según la costumbre cuando acontece un milagro en San Peregrino. Sí, todo el mundo puede comprobarlo: el niño está efectivamente curado, sus miembros se han vuelto armoniosos. ¡El grande, el amado, el venerado Peregrino ha realizado el milagro a la vista de todos!

            El pequeño Francesco, emocionado hasta el fondo de su alma, nunca se repondrá verdaderamente del impacto. Convertido luego en el gran Padre Pío, es suplicante excepcional, contará en muchas ocasiones a sus allegados el acontecimiento de San Peregrino y la impronta que dejó en él. Y agregaba siempre seriamente:

            Aquel día, ¡aprendí a orar!

 

Sor Emmanuel Maillard “El niño escondido de Medjugorje”

Nota: San Peregrino es el patrón de los que padecen cáncer.