Un Milagrillo…

He encontrado esto pululando por la red, espero que os guste tanto como a mí.

El milagro navideño de un padre sin cabeza

 
Anoche recibimos nuestro primer regalo de Navidad. ¿Regalo? Sí, aunque creo que debería llamarlo, más bien, milagro.

Después de diez años en Madrid, estas iban a ser las primeras navidades que pasaríamos en casa, con la familia. La excusa perfecta era la boda de Nuria y Fer, de la que supimos a primeros de octubre. De modo que, saliéndome del habitual guión en blanco de nuestra vida, saqué los billetes para Lola y los niños -yo iría días más tarde-… ¡con dos meses y medio de antelación! Nunca jamás había hecho algo así con tanto tiempo; inmediatamente sentí que me estaba haciendo mayor, a la vez que pensé que en realidad no estaba mal tener algo atado por una vez en la vida.

Ayer llegó el día del viaje y les llevé al aeropuerto con tiempo de sobra, los asientos reservados y las tarjetas de embarque sacadas por internet; «… definitivamente, me hago mayor…» -pensé- pues tampoco es normal en mí llegar a ninguna parte con tanto tiempo.

Pasamos con chulería a los mostradores ‘Drop Off’, esos en los que sólo dejas las maletas, porque has sido buen chico y has llegado con los deberes hechos en forma de tarjetas de embarque impresas a todo color. Saludé con mi mejor sonrisa al chico que atendía, seguro de llevar encima toda la documentación necesaria para poder embarcar, incluso aquello que habitualmente olvido, como el carné de familia numerosa. Agarró las tarjetas, se colocó bien las gafas y tragando saliva, me dijo:

– «Oiga, señor: creo que aquí hay un error. Estos billetes son para viajar de Gran Canaria a Madrid, no de Madrid a Gran Canaria.»

Yo le respondí, con la seguridad aplastante que me caracteriza en estos casos, sonriendo y tuteándole, para sembrar un clima más navideño y distendido:

– «No, hombre, no… míralo bien: se trata del vuelo de las 20:15 y además, los tengo desde octubre. Mira, este es el localizador, compruébalo bien, por favor».

Lo comprobó y me dijo que no había ningún error, que los billetes eran para ir de Gran Canaria a Madrid y que además, no había ningún vuelo Madrid-Las Palmas a las 20:15. Me volví un momento hacia atrás. Lola y los niños contemplaban ojipláticos la escena: o la compañía aérea había cometido un gravísimo error  o el pater familiae había metido la pata hasta el fondo. Pregunté entonces al chico, que veía en mi cara una expresión entre impotencia y mal-padre-que-deja-tirados-a-los-suyos-en-Navidad, y nos invitó a acercarnos al departamento de venta de billetes de la compañía, para ver si allí podían hacer algo.

– «Tranquilos» -les dije a los míos- «Voy ahora mismo a que nos arreglen esto, porque debe haber  un error; estos tíos son la leche…»

Una señorita me atendió amablemente, comprobó el «error» y constató lo que yo había empezado a sospechar: que al sacar los billetes, en octubre, con tanto tiempo, yo solito y sin nadie que me molestara, había sacado los billetes… ¡al revés!. Comprobó si existía la posibilidad de cambiarlos, pero era más barato sacar unos nuevos. El pequeño problema era que, dadas las fechas, cada billete nos saldría por más de cuatrocientos euros: exactamente lo que me habían costado la suma de todos cuando los saqué, dos meses y medio atrás. Pregunté, rogué, supliqué, puse la tierna cara del gato con botas de Shrek, pero nada sirvió; no sólo era un dineral que no teníamos, sino que no había billetes para esa noche, cosa que comprobé dedicando diez minutos a buscar otras posibilidades en otras compañías en uno de esos ordenadores del aeropuerto. Así que, derrotado, me di la vuelta y con el corazón ‘partío’, les dije:

– «Chicos: nos vamos casa».

Jaime y Tomás empezaron a llorar, diciendo: «Yo me quiero ir a Canarias con mi hermana y mis abuelooos…» Pero no había nada que hacer. Regresaríamos, resignados y alicaídos, con la cabeza llena de planes navideños que se iban desmoronando como un muñeco de nieve en plena playa. Lola me miraba con gesto de incredulidad; su expresión lo decía todo: «… Rafa, ¿dónde tienes la cabeza?…» Me sentía fatal; por un absurdo despiste, me había cargado las ilusiones de toda mi familia, tanto de los que estaban conmigo como de Carlota, los abuelos y los primos que nos esperaban en Las Palmas. ¡Qué desastre!

Me acordé, en ese momento, de la película «La vida es bella» y de cómo Roberto Benigni, en una situación terrible en el campo de concentración, hace vivir aquel drama a su hijo como un juego, como una aventura. No podía dejar que mis hijos se hundieran, debía sobreponerme y animarles, dar la vuelta a la tortilla y tratar de encontrar lo positivo de aquella absurda situación, aunque no tenía idea de cómo hacerlo. Vi entonces que Marta y Elena, por su cuenta, habían empezado a rezar en Rosario mientras todo sucedía, y cómo los pequeños habían empezado a jugar a resbalar en el suelo de mármol. La pobre Lola, bastante hacía con no ‘matarme’ y aguantar el tipo con una sonrisa que me ayudaba a no hundirme. Comprobé, una vez más, que tengo una familia que no merezco y que me ama tal como soy y a pesar de cómo soy.

Salíamos ya por la puerta de la terminal, dirigiéndonos hacia la furgoneta para regresar a casa. Yo iba el último, junto a Álvaro, cargando con los bultos más pesados. De repente, algo me hizo mirar a la derecha. Un joven, trajeado y con gesto serio, caminaba hacia nosotros. Me detuve por un momento, queriendo descubrir que venía a ofrecernos su ayuda. No me equivoqué. Aquel chico me miró y se dirigió a mí, diciéndome:

– «Hola, ¿son ustedes la familia que…?

– «¡Sí, sí, somos nosotros!» -le interrumpí, sin dejar que terminara la frase, intuyendo que traía con él la respuesta a las plegarias que mis chicas habían puesto en marcha un rato antes.

– «Mire» -me dijo- «me hago cargo de lo tremendo de su situación, así que vamos a tratar de hacer algo, como un especialísimo favor. Intentaremos usar los billetes de vuelta para tratar de cambiarlos por el vuelo que sale dentro de dos horas. Eso sí, le adelanto que el vuelo está repleto y que lo único que puedo ofrecerles es ponerles en lista de espera por si alguien falla. Vuelvan por aquí a las nueve y cinco y veremos si hay plazas libres. Es todo lo que puedo hacer, lo lamento.»

No sé si era un supervisor de la compañía aérea, un ángel o un paje real; pero desde luego, le agradecí de corazón semejante regalo. Nos acercamos al mostrador para prepararlo todo y comprobé que el chico que nos había atendido al principio, ese al que me había dirigido con mi mejor sonrisa y mi mayor chulería, era quien se había «chivado» de nuestra complicada y patética situación y quien había tocado la tecla necesaria para agotar todas las posibilidades para no quedarnos en tierra.

Nos acercamos con todo el equipaje al fondo de la terminal, sin dejar de tener a la vista los mostradores de facturación, adonde no dejaban de llegar más y más viajeros. Nos sentamos y nos pusimos a hablar, a leer, a jugar… hasta que Marta nos propuso nuevamente rezar el Rosario. Así lo hicimos, llevando cada uno un Misterio y pidiendo que Alguien nos echara una mano para que quedasen al menos seis plazas libres en el vuelo. Fue la hora y diez minutos de espera más larga de nuestra vida.

A las nueve y tres minutos, Lola y yo nos acercamos tímidamente al mostrador, con el corazón en un puño y la esperanza en que un regalo de Navidad llegaría para nuestros hijos en forma de plazas libres de última hora.

– «Pasen por aquí y traigan el equipaje».

La cara de nuestro ángel-supervisor-de-la-guarda lo decía todo: ¡había plazas! Facturamos las maletas, agradecimos a los dos el interés y el cariño para con nosotros, les felicitamos la Navidad y los pequeños se pusieron a contarles sus planes navideños. Alguna lagrimilla llegó a saltar, a uno y otro lado de los mostradores.

Acompañé a los míos al acceso de embarque y nos despedimos entre risas nerviosas, llenos de agradecimiento al Niño Jesús por semejante regalo navideño. Viajaron, desperdigados cada uno en una zona del avión, pero viajaron. Lola consiguió que alguien le cambiara el sitio para ir junto a Jaime. Todos estuvieron bien atendidos.

Esta mañana, hablando por teléfono, Lola me confirmó mi sospecha:

«Rafa, no te lo vas a creer: el avión iba totalmente lleno y no aparecieron ni cinco plazas, ni tres, ni siete ni nueve. Aparecieron seis, justamente seis; nuestras seis plazas. Ha sido un milagro, no me cabe duda.»

Hay quien dirá ¡qué suerte! o ¡qué casualidad!. Yo creo que es más sencillo: hay Alguien ahí que nos quiere, nos ama y vela por nosotros. Y a veces nos deja llegar a situaciones límite, de las que siempre saca algo bueno. En este caso, no sólo ha sido el poder ir, sino lo que se llevan ‘en la buchaca’ esos chicos del personal de tierra que tanto nos ayudaron. Y es que, cuando uno da sin esperar nada a cambio, cuando uno AMA, recibe muchísimo más de lo que da; algo así como el ciento por uno. De momento, tienen nuestro agradecimiento, nuestro cariño y nuestras oraciones.

Que Dios les bendiga. Y a vosotros. FELIZ NAVIDAD

 

HUMOR Y RELIGIÓN…

El sentido del humor no es un campo ajeno al religioso… me ha llamado la atención esta oración de Santo Tomás Moro, (mártir de la iglesia de Inglaterra) que con mucho gusto comparto con vosotros:

 

Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.

Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden.

Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama: YO.

Dame, Señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás.
Amén

EL PARO TRAE COLA…

En este blog normalmente hablo de religión pero hoy voy a cambiar un poco el foco y voy a comentaros la reflexión que me vino a la cabeza la otra tarde mientras hacía cola para comprar una entrada de cine:

         En España hay un mínimo de cuatro millones de parados. Si colocásemos en una sola cola a todos los parados de nuestro país dejando un metro de distancia entre cada uno de ellos, el tamaño de esta cola sería de 4000 kilómetros… para que os hagáis una idea: esta cola empezaría en Cádiz, llegaría hasta Bilbao, volvería hasta Cádiz, de nuevo regresaría hasta Bilbao y por último terminaría otra vez en Cádiz… creo que sería junto con la Gran Muralla China la segunda estructura creada por el hombre visible desde el espacio. Y si la cola estuviera estirada llegaría de Barcelona a Moscú y todavía sobraría para recorrer otros 300 kilómetros… No sé como Zapatero no ha llamado a los de los récords Guiness, sería hasta gracioso si no fuera porque cada uno de estos parados guarda una historia real de sufrimiento humano… pero bueno, parece ser que lo que realmente importa a los españoles son los mapas del clítoris, el proyecto gran simio y la distribución de diques dentales* entre la muchachada adolescente…etc, y no nos preocupemos porque la tierra… la tierra pertenece al viento.

*condones orales.

FAMOSA AUTORA DE LIBROS DE AUTOAYUDA SOBRE LA FELICIDAD SE SUICIDA JUNTO A SU MARIDO

No lo he podido evitar, pero esta noticia es de traca. Una mujer que se dedica a escribir libros de autoayuda sobre la felicidad se suicida junto a su marido… Habitantes del mundo, a ver si de una vez nos apeamos del borrico ¡ Qué sin Dios la vida no tiene sentido! No perdamos tiempo y energía en inventos raros…

Lo podéis leer en:

http://www.abc.es/20101011/sociedad/suicidio-surcoreana-felicidad-201010111246.html?loomia_ow=t0:s0:a16:g2:r5:c0.049530:b38144344:z0

Descubriendo a Nicolás Gómez Dávila

 

Nicolás Gómez Dávila en los años 30 del Siglo XX

«El reaccionario es un animal humano a quien los progresistas consideran como una especie de bestia prehistórica, cuya sola existencia los incomoda y escandaliza. Ningún otro tipo de pensamiento consigue exasperarlos más eficaz y coléricamente. No conciben la posibilidad de que alguien, capaz de profesar un conjunto de ideas que niegan la totalidad del sistema en sus dos fases, la comunista y la capitalista, pueda existir como tal, como criatura humana. Les parece que esa existencia constituye no sólo un anacronismo intelectual sino sencillamente una infracción, una equivocación, un error imperdonable de la biología.» HERNANDO TÉLLEZ 

Esta descripción es perfecta para este interesante personaje, Nicolás Gómez Dávila, del que he tenido noticia gracias al blog del siempre «politically incorrect» Barbadillo véase:
Verdaderamente tiene mala prensa el término «reaccionario» pero esta visión de la existencia toma cada vez más fuerza, cada nuevo acontecimiento en el mundo no hace si no reafirmar el conjunto de ideas que la sostienen. Aquí os paso unos aforismos e ideas del susodicho Nicolás Gómez, no tienen desperdicio:

-Dios es el estorbo del hombre moderno.

-El suicidio más acostumbrado en nuestro tiempo es pegarse un balazo en el alma.

-Llámase mentalidad moderna al proceso de exculpación de los pecados capitales.

-El mundo moderno no será castigado. Es el castigo.

-El mundo moderno ya no censura sino al que se rebela contra el envilecimiento.

-La mentalidad moderna no aprueba sino un Cristianismo que se reniegue a sí mismo.

-La brevedad de la vida no angustia cuando en lugar de fijarnos metas nos fijamos rumbos.

-Aprender a morir es aprender a dejar morir los motivos de esperar sin dejar morir la esperanza.

-Cada día resulta más fácil saber lo que debemos despreciar: lo que el moderno aprecia y el periodista elogia.

-Errar es humano, mentir, democrático.

-Ni la religión se originó en la urgencia de asegurar la solidaridad social, ni las catedrales fueron construidas para fomentar el turismo.

-Todo es trivial si el universo no está comprometido en una aventura metafísica.

-Negarse a admirar es la marca de la bestia.

-La democracia es el régimen político donde el ciudadano confía los intereses públicos a quienes no confiaría jamás sus intereses privados.

-Ninguna clase social ha explotado más descaradamente a las otras que la que hoy se llama a sí misma Estado.

-Una sociedad irreligiosa no aguanta la verdad sobre la condición humana. Prefiere una mentira, por imbécil que sea.

-La Iglesia educaba; la pedagogía del mundo moderno tan sólo instruye.

-El clero moderno cree poder acercar mejor el hombre a Cristo, insistiendo sobre la humanidad de Jesús. Olvidando así que no confiamos en Cristo porque es hombre, sino porque es Dios.

-Los hombres se dividen en dos bandos: los que creen en el pecado original y los bobos.

-El reaccionario de hoy tiene una satisfacción que ignoró el de ayer: ver los programas modernos terminar no sólo en catástrofe sino también en ridículo.

 –El mundo moderno no tiene más solución que el Juicio Final. ¡Que cierren esto!

 

Para saber más sobre Nicolás Gómez Dávila http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti1/bol40/bol40uno.htm

 

EL SEÑOR CURA LO HACE TODO MAL…

            EL SEÑOR CURA TODO LO HACE MAL

Si, por casualidad, prolonga su homilía unos minutos, nos duerme.

Si es breve, no se ha cansado mucho.

Si levanta la voz, grita.

Si habla normalmente, no se entiende nada.

Si se ausenta, está siempre en la carretera.

Si no se mueve, está estancado.

Si hace visitas, nunca está en casa.

Si está en casa, nunca realiza visitas.

Si habla de economía, es que es un pesetero.

Si no habla del dinero, no se sabe en qué lo emplea.

Si organiza fiestas, nos cansa.

Si no organiza nada, la parroquia está muerta.

Si se para con la gente, no termina nunca.

Si lleva prisa, no escucha jamás.

Si comienza las celebraciones puntualmente, su reloj va adelantado.

Si empieza un minuto más tarde, nos retrasa a todos.

Si restaura la iglesia, malgasta el dinero.

Si no lo hace, descuida todo.

Si es joven, le falta experiencia.

Si es viejo, debería jubilarse.

¿Y si muere?

¡Pues bien!

¡No hay nadie para reemplazarle!